La ceremonia de asunción, muy diferente a la de 2020, signada entonces por la pandemia de la Covid-19 y realizada con absoluta discreción, tendrá lugar esta mañana en el Teatro Nacional con la presencia de delegaciones oficiales de decenas de países.
Entre los asistentes se encuentran el rey de España, Felipe VI; los mandatarios de Paraguay y de Panamá, Santiago Peña Palacio y José Raúl Mulino, respetivamente; el primer ministro de Guyana, Mark Phillips; el jefe de Estado de Surinam, Chandrikapersad Santokhi, y el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo.
También el primer ministro de la Mancomunidad de las Bahamas, Philip Edward Davis, y su homólogo de Curazao y jefe de la delegación de Países Bajos, Gilmar Pisas; el Primer Ministro de Belice, John Briceño; el Gobernador General de Antigua y Barbuda, Rodney Williams, y el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa.
Asimismo, el viceprimer ministro de Cuba Jorge Luis Tapia Fonseca; el ministro de Comercio Interior y Exterior de Serbia, Tomislav Momirovic, y la Secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, entre otras autoridades.
Abinader, 57 años, de origen libanés, procede de una adinerada familia con importantes negocios en las ramas de turismo, en la educación superior, y en la fabricación de cemento, conocida como Grupo Empresarial Abicor.
Su fortuna personal es estimada en 70 millones de dólares, según declaración pública de bienes que presentó un mes después ganar los comicios hace cuatro años.
Su formación académica dejó impresiones en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, donde se licenció en Economía. Realizó varios postgrados en las aulas de la Universidad de Harvard, el Instituto Arthur D. Little de Cambridge, Massachusetts, y el Dartmouth College, de Hanover, New Hampshire.
El hoy reelecto mandatario con casi el 58 por ciento de los votos válidos en mayo pasado, ganó ese cargo en 2020, luego de fundar en 2014 el Partido Revolucionario Moderno (PRM), junto a políticos procedentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
El 5 de julio de 2020 Abinader, primer dignatario nacido después de la dictadura de Leónidas Trujillo, ganó con el respaldo de un 52.52 por ciento de los votos.
El 15 de octubre de ese año, República Dominicana firmó un importante acuerdo de cooperación con Estados Unidos para tener acceso a unos dos mil millones de dólares que serían usados en las áreas de energía, turismo y otros proyectos de infraestructura.
La administración de Abinader es cuestionada por la oposición por el aumento de la deuda pública del país de 44,622.3 millones de dólares en 2020 a 54,828.8 millones en diciembre de 2023.
Con una definida política de gobierno, tiene ante sí, como una de sus prioridades, elevar el nivel de vida de un 24,6 por ciento de ciudadanos pobres en áreas rurales, y un 18 por ciento en las urbanas, según datos oficiales.
Al mandatario lo respalda el triunfo arrollador del PRM en las elecciones municipales de febrero pasado y las presidenciales y congresuales de mayo, en las que logró alrededor de 120 de las 158 alcaldías en pugna, 29 escaños en el Senado de un total de 32, y la mayoría en el Congreso Nacional (145 diputados de 190).
Con ese escenario, y si prima la voluntad en ir resolviendo los principales problemas colectivos, Abinader podrá llevar a cabo su prometido programa.
Pese al buen desempeño económico en este cuatrienio en sectores estratégicos como el turismo, la inversión extranjera directa y la recepción de remesas, organismos mundiales indican que el país no ha logrado generar empleos de calidad, persiste un deficiente sistema sanitario y un aumento de la economía informal.
El combate a la inseguridad ciudadana, junto al alto costo de la vida, el desempleo y la corrupción, constituyen prioridades del segundo mandato del PRM.
Un asunto de trascendencia social y aún pendiente es la lucha que tendrá que librar el Ejecutivo contra el feminicidio, que el pasado año cobró la vida de 51 mujeres.
No menos importante para la nueva administración es el tema de la inmigración, en especial la procedente de la vecina Haití, dominada en la actualidad por bandas paramilitares que convirtieron a esa nación en un infierno agudizado por la carencia de un gobierno constituido y una decadente estructura socio-económica.