Cualquier obra literaria, ya sea novela, cuento o obra de teatro, siempre trata uno o más temas como el escenario, mientras que los acontecimientos se narran formando un circuito común. Estos temas involucran las ideas, conceptos y valores que mueven los pasos de los personajes y casi siempre permiten al autor expresar la realidad o tomar una postura sobre estos temas.
Los expertos cuentan con el trabajo de Gabriel García Márquez identifica entre sus temas el incesto y la desesperación. La primera parte la vemos en las páginas de Cien años de soledad, con la genealogía que dio origen a José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, en un relato relacionado. , a veces sin sexo, como en Amaranta Buendía con su sobrino.
Los temas principales de Borges fueron la filosofía y la teología, su pasión por los gatos -una de sus colecciones de poesía se titula acertadamente El oro de los tigres- y otra cuestión es mucho más terrenal, mucho más humana, la de la rivalidad. Esto lo vemos en una historia de su libro El Aleph, titulada Los Teólogos, ambientada en la Edad Media, en la que Juan de Panonia y Aureliano de Aquileia compiten y tal vez se odian, pues hasta que Aureliano denunció torcidamente a Juan de Panonia y a los demás estaban finalmente quemado por la Inquisición.
En las obras de Shakespeare, los temas principales son la ambición, la avaricia y la crueldad, que aparecen en El mercader de Venecia, o los celos diabólicos, base de la tragedia Otelo.
La importancia de identificar los principales temas que los grandes escritores abordaron o expresaron en sus obras permite conocer no sólo las posturas de los autores sino también saber cómo estas inquietudes mueven a los personajes y crean las situaciones narradas. lograr un resultado que casi siempre deja más preguntas que respuestas, esto siempre nos da una idea de la diferencia entre libros buenos y libros malos.
Un buen libro nos hace pensar, nos preocupa y No podemos olvidarlo una vez leído porque tiene el poder de hacer que personas de una determinada época hablen con personas de todos los tiempos, quizás porque la buena literatura es también una forma de eternidad.