El Presidente de la República, Luis Abinader Corona, está decidido a hacer realidad la reforma constitucional que propuso. Cualquier modificación de la Carta Magna es, por su naturaleza, un hecho político y, por tanto, tiene un impacto en todo el orden jurídico del país.
Es lo que es y no puede ser de otra manera. La ley suprema es siempre la expresión, en el ámbito jurídico, de las superestructuras ideológicas sobre las que se sustenta el sistema económico y social de la sociedad.
Cualquier invención cualquier iniciativa encaminada a modificar el Pacto Político, como en toda la vida circunstancias que crean lo contrario. La lucha de opuestos ocurre inevitablemente, como un fenómeno dialéctico.
Las contradicciones expresadas ante la propuesta de Abinader de reformar la constitución no son antagónicas. En otras palabras, no son irreconciliables. No se resuelven eliminando a los oponentes, sino mediante el diálogo y la negociación.
No se persiguen cambios fundamentales que puedan poner en peligro los cimientos del sistema. El sistema capitalista es atrasado y dependiente, en la medida en que vivimos.
Sabemos que los aspectos esenciales de la reforma son dificultar que futuros cambios constitucionales impidan que un jefe de Estado permanezca en el poder por más de dos mandatos; eliminar el derecho del Presidente a nombrar al Procurador General de la República; la reducción del número de la Cámara de Representantes, siendo el acuerdo 20 escaños menos; y la unificación de las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales.
Como vemos, el objetivo de Abinader no pone en peligro ninguno de los pilares del sistema. Esto es puro reformismo. No puedes esperar nada más. Sólo quiere hacer que el orden establecido sea más eficiente y eficaz.
Los senadores y representantes también pueden cambiar y ampliar el contenido del proyecto de ley para declarar la necesidad de una reforma. Y el Congreso tendrá que debatir estos nuevos elementos, según normas aprobadas, que el Presidente no podrá respetar.
Si se aprueba esta nueva reforma, que será la número cuarenta, entraremos una nueva era con la Constitución de Abinader.
En los Estados Unidos de América, el sistema constitucional es muy diferente. Aprueban o modifican su Ley Fundamental. Esto hace que muchos abogados confundan este método con nuestro método.
Entonces, así como la Constitución de 1963 fue de Juan Bosch, la Constitución de 1966 fue de Balaguer; de 2010, de Leonel; de 2015, de Danilo, la próxima será la Constitución de Abinader.