Nueva York, 4 oct (EFE).- El cineasta español Albert Serra presentó la noche del jueves en Nueva York el documental sobre el toreo «Tardes de Solitude» Soledad». admitió que había dudas sobre su acogida en el extranjero, pero fue felicitado por «el problema sólo ocurre en España».
Con la flamante Concha de Oro del Festival Saint-Sébastien, Serra hizo el debut de la película en Estados Unidos en Festival de Cine de Nueva York y vimos a muy pocos espectadores levantar la mano cuando se les preguntó si conocían el mundo del toreo o no.
«Me temo que la película no se proyectará en otras salas festivales, que la gente se opondrá. Me equivoqué porque pensé que nunca lo transmitirían y muchos países lo considerarían violento, pero no hay problema», le dijo el artista a un funcionario del concurso. Y agregó: «El problema solo pasó en España». Serra, que habla un inglés muy fluido, habló durante una hora en el turno de preguntas que siguió, hasta medianoche, posiblemente muestra su irreverencia y subraya que no sigue el toreo, que no busca «decir cualquier cosa” con tal o cual trabajo centrado en la “inocencia”. El toreo es aburrido, de vez en cuando hay corrida y el público espera un minuto mágico, o medio minuto”, comentó provocando risas. No sé nada de esto (el toreo) y no me gusta», dijo sarcásticamente, revelando que había acumulado unas 600 horas de metraje durante los años que pasaron en manos de su «editor». el mundo». mundo», en sí .
«No me gusta particularmente el tema (las corridas de toros) porque es violento y no me gusta la violencia en las películas – armas Armas, tiroteos, eso no es mi Me gusta esto porque es realista, ritual, sobre todo la muerte del toro», reflexionó y lo consideró «poesía».
Destacó que además de utilizar un enfoque antropológico se muestra el «. barrera entre la vida y la muerte» en los movimientos del matador y el toro, esta fue la primera vez que una película toma como tema a este último personaje, y por eso «da tristeza cuando el animal mira a la cámara».
Y reveló que al personaje principal, el boxeador torero Andrés Roca Rey, al que apenas conocía antes del rodaje y con el que no tenía ninguna relación, no le gustó la obra terminada y tampoco a su manager, lo que se lo atribuyó. al hecho de que «no juzgan la película artísticamente, la juzgan ellos mismos».