La comunicadora que salió en el año 2025 de la zona en donde la vio nacer, entona un cantos de dolor al acordarse de las muchas ocasiones en las que tuvo que ausentarse su hogar con el fin de ir a la pista a aguardar que se manifiesten violentamente las vecindades del sector. En ciertas ocasiones, salía victorioso de una lucha en la institución de educación superior para exponerse al peligro constante que habitaban hasta en su casa. Comenzó exponiendo en una conversación intrascendente, Giselle Castro, una comunicadora que arribaba a la UASD con el objetivo de dejar atrás las manifestaciones violentas en el sector, y en ciertas ocasiones hasta llegó a su hogar luego de haber sido testigo de un nuevo aldabonazo en la UASD. Debería vencer dificultades y riesgos en el objetivo de conseguir su carnet de profesional. «Nadie se imaginará lo que he soportado.» Le sucede un nudo en la lengua, sin embargo no puede ser disuelto por un tragito de vino. Debido a que esta conversación se generó en el curso de un encuentro entre colegas. Los ojos de ella son la evidencia más clara de que el sabor de aquellos complicados recuerdos habitan en su alma. Quien no conoce las raíces de las cuales está seguro de que viene de una nación diferente o de una familia de gran linaje. Siempre en orden. Se relaciona con personas famosas. Ah, y hay pocos lugares excelentes en la nación que ella no haya conocido. Aunque parece ser una comparación, es necesario conocerla para dejar de utilizar ese apodo. La equidad y la bondad de servicio se expresan a través de ella. Solo el que ha atravesado esa vivencia puede entender la importancia de cerrar tu hogar y dirigirte a una cuadrilla con los colegas para resguardarte de la violencia, particularmente, la que, sobretodo, durante mi juventud y adultez, se manifestaba en el territorio del Capotillo». Tiene un pesar que entona la fuerza que le es característica. «Y lo que hacía mi mamá era que en caso de que existiera algún inconveniente, se iba a la parada para esperarme que volviera de la facultad para poder jugar al fútbol. Mi mamá arribaba desde su empleo y además prosseguía por allá debido a que entendía que allí nos encontraría resguardando nosotros de las luchas, de las confrontaciones con la fuerza pública… Su llanto provoca que se detenga la historia. Su sentimiento es contagioso. «Un día me telefonea Jacqueline Ramos, quien en ese momento era profesional y estaba involucrada en los medios, y a la cual yo le apoyaba. La cuestión es que contábamos con una cita, y me dice que está cerca de mi hogar y que es posible que pase por mi lado. Le comunico a la victima que debajo de su cama se encontraba protegiendole de un ataque, le digo:’No, ya lo han buscado, estate tranquila, nos vemos en la otra habitación’. Era un engaño, lo que yo quise fue cuidarla. Le dije que no se escuchaba bien, pero él me respondió que se encontraba en camino. Ríe hasta el límite de sus posibilidades y también contagia la suya. «A mi me gustaba evitar que la gente se vaya a mi hogar, para que no vean la pobreza que tengo, sino para que no se expongan a la posibilidad de un peligro, sin embargo esa día ella se acerca. Y se establece un reperpero. Ella pregunta: ‘ ¿Y qué es lo que sucede cuando se oyen esas detonaciones? Le digo,veníate debajo de la cama, y luego de manera curiosa, se acerca por la ventanilla. Pero, en el momento en que contempló la realidad, no le quedó más opción que defenderse». Se murió de la risa. Para la periodista en cuestión no fue fácil comunicar con sus colegas en su hogar ya que la misma noche, retornaba a «sonar la sinfonia». Luego de preparar la comida, ellos tenían que dirigirse a la famosa pista de deportes, hasta que ocurra todo. En ese lugar sucedían dificultades y hambre sin saber a qué podría llegar la manifestación. En aquellos años, en el lugar en donde hoy en día se encuentran los árboles, había días en los que todavía en la noche continuaban en el sitio. » Debido a que no se trataba únicamente de las luchas que nos preocupaban. Nuestra casa era muy endeblecida. En efecto, mi mamá ha sido víctima de dos tiroteos perdidos. Ella se muestra sensible, sin embargo agradece a Dios por la existencia de ella y de su mamá. Tenían que evitar que se encontraran en una situación más riesgosa de la que ya vivían. Sin embargo, no estaban totalmente seguras del sitio. «Prácticamente, con la comida en la boca, علينا salir al exterior para resguardarnos y esperar, a veces hasta la noche, en el caso de que todo termine». Le encomendó la labor de narrar este sector. Ella comprende que no es lógico que existan personas que habitan en sitios en donde la tranquilidad ni se aproxima. Sin embargo durante los años de mi juventud, mi edad adulta y mi vida de estudio era una cosa asombrante. En el momento en que se producían los acontecimientos, había bastante temor, sin embargo una vez que todo terminaba, llega la depresión en el momento en que se confirmó la muerte de una persona o varias personas». En algunos días, al amanecer, se informaban de que un colega había sido víctima de las manifestaciones, esto partía el ánimo. Los tiroteos eran «la música» que ella escuchaba, pese a que no le gustaba ni a ella ni a los habitantes del sitio. En consecuencia, algunos deseaban escapar para «celebrar» las «melodías de tranquilidad» que es posible conseguir por medio de la superación.
«Nunca he olvidado cuando los domingos, mi mamá Mercedes y mi abuela América se levantaban tempranito para ir al mercado a laborar, nos dejaban en la casa a mi hermano y a mi hermana, y recuerdo que nos dejaban un poción de agua y unos panes hasta el momento en que ellas llegaron y realizaron una comida. Entendíamos en qué momento les fue bien, debido a que se presentaron con un banquito de pájaros. Se ría debido a que estos son rememorados por ella sin la necesidad de la intervención de la «sinfónica» de impactos que dominaban casi todos los días el ámbito en Capotillo. No era raro que aquello ocurra en ese contexto. La gran parte de los habitantes del sector habitan en condiciones extremas de desesperación. Es tal vez esto lo que hace que sea tan complicado cambiarse a un nuevo lugar. Ella fue capaz de ello. Pero, en el momento en que lo consiguió, ya era especialista. Le pedía a gritos que nos marcháramos de allí, me respondía que no era posible hacerlo debido a la circunstancia financiera. Una compañera me ayudó a persuadirla y le comuniqué: ‘una vecina me ayudó a convencerla de que debía irse, ya que Giselle no puede continuar en ese lugar, debe irse a desarrollarse’. Le voy a dedicar toda mi vida a thank you. La persona que le dio el consejo a su mamá, continúa viviendo en el mismo sitio. La señora que narra esta historia, ya como profesional, deseaba colaborar con su mamá para que le ayudara con los costos. Me lancé a laborar como secrétaire, percibiendo dos dólares, sin embargo no me importó. Solo deseaba proseguir y no dejarle el peso a mi mamá sola. Giselle tiene únicamente hija. Su madre murió el 31/10/2000, cuando tenía 13 años. Aunque no vivía junto a ella, se encontraba en una etapa de disposición. «13 de mis hermanas son paternas. De mi mamá soy la única hija que tiene. En el momento en que mi papá murió, él y yo contábamos con una buena relación y además me iba a ver con asiduidad. En ciertas ocasiones lo hallaba cuando salía del instituto. No me olvido de que ese día, cuando arribé, pregunté por él, y con pesar, me comunicaron la información…». No es posible que lo retiren las lágrimas. El resto le va bien y en ocasiones, se ayudan. Algunos habitan en el exterior del país. Lo cierto es que, la existencia de Giselle ha sido complicada, sin embargo Dios, su mamá Mercedes, su papá y las relaciones que ha generado, en particular con personas de edad avanzada, le han colaborado a ella para pelear y conseguir varias de sus metas. Aún cuenta con bastantes por hacer, sin embargo se encuentra trabajando en ellas.
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