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Explosión en Polyplas (8 fallecidos, 2018), explosión en San Cristóbal (28 decesos, 2023), desplome de muro en la 27 de Febrero (9 víctimas, 2023). Por mencionar las mayores tragedias de los últimos años.
También recientemente hubo dos derrumbes súbitos de edificios en La Vega y La Romana.
Pero la verdad es que pocas cosas suceden en nuestro país, dados los escasos controles y el casi nulo régimen de consecuencias.
Ahora lloramos a las víctimas del Jet Set, que se perfila como la más grande tragedia acaecida en nuestra nación. Que además del luto y el dolor, sin duda acarreará consecuencias económicas por su previsible impacto en el turismo, principal pilar de nuestra economía.
Es cierto que nadie deseó esta tragedia, pero al parecer tampoco se hizo nada para evitarla. Desde la falta de controles preventivos por parte de las autoridades, hasta la irresponsabilidad de los dueños. Se indica que hacía días se desprendían fragmentos del techo. Igualmente también se han señalado vicios de construcción y sobrecarga.
Ese techo no se vino abajo por un terremoto o un atentado terrorista. Colapsó de forma espontánea y repentina. Está claro que algo no andaba bien allí.
Las autoridades deberán determinar responsabilidades civiles, incluso penales, pues, como indica el Código Penal en su artículo 319: “El que por torpeza, imprudencia, inadvertencia, negligencia o inobservancia de los reglamentos, cometa homicidio involuntario, o sea, causa involuntaria de él, será castigado con prisión …”.
Nada de lo que se haga podrá revivir a los fallecidos, pero sí puede evitar que sigan perdiéndose más vidas.
¿Cuántos establecimientos están en situación similar? Eso nadie lo sabe… Pero deberíamos saberlo. Esa es una ardua tarea pendiente. Ojalá y esta sea la gota que colme el vaso.
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