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Su petición se presentó durante el Sermón de las Siete Palabras ofrecido este Viernes Santo en la Catedral Primada de América.
El predicador, vinculado a la Parroquia Resurrección del Señor en Herrera, sugirió que la sed que manifestó Jesús antes de morir representa no solo un sufrimiento físico, sino también el anhelo profundo de justicia, reconciliación y dignidad humana.
“El drama del hacinamiento carcelario en nuestro país es una sed que exige ser escuchada”, manifestó.
Citó como ejemplo el hecho de que una celda diseñada para 40 personas pueda albergar hasta 200, lo que calificó como una realidad “terrible y perversa”. También hizo referencia a las demoras judiciales, la llamada “mora judicial”, que mantienen a cientos de personas privadas de libertad sin condena, algunas con medidas de coerción prolongadas de forma indefinida.
De la Cruz Alcequiez agradeció los esfuerzos que realiza la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica, que ofrece acompañamiento espiritual, formación y asistencia jurídica a los internos. “En cada privado de libertad vemos el rostro de Jesús”, expresó, resaltando la necesidad de que más laicos y profesionales se unan a este ministerio de misericordia.
Igualmente, el diácono mencionó las carencias en los servicios de salud dentro de las cárceles, la escasa atención médica y la falta de condiciones humanas para los internos, situaciones que vulneran derechos fundamentales y profundizan la exclusión social.
Por último, abogó por una reforma profunda del sistema penitenciario, mayor inversión en infraestructura carcelaria y acciones legales que garanticen el respeto a los derechos humanos de los privados de libertad.
“La justicia no puede seguir siendo un privilegio, sino un derecho para todos”, concluyó.
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