El lamento de una joven madre, después de una larga espera por una biopsia

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Santo Domingo. Desde febrero, Cristy Tapia enfrenta una espera que duele más que el diagnóstico por confirmar.

Tiene 30 años, es madre y paciente del Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter”, donde recibe tratamiento por sospecha de osteosarcoma, un tipo de cáncer que usualmente ataca los huesos largos y que, en su caso, afecta la pelvis, complicando aún más su situación.

“El tumor sigue aumentando de tamaño, yo me sigo sintiendo mal, y todavía no sé con certeza qué tengo”, relata Cristy, con voz angustiada por la demora del proceso médico.

Aunque ya cuenta con las evaluaciones de cardiología y anestesiología aprobadas, requisitos necesarios para realizarle la biopsia, su procedimiento continúa aplazado sin una fecha definida.

El osteosarcoma es un tipo de cáncer agresivo que se origina en las células que forman el tejido óseo.

Es más común en niños y adolescentes, pero puede manifestarse en adultos jóvenes.

La ubicación del tumor en la pelvis, como en el caso de Cristy, presenta retos adicionales tanto para el diagnóstico como para el tratamiento.

Cristy se desplaza con ayuda de bastones, muletas o silla de ruedas.

Su movilidad ha sido muy limitada, pero lo que más la consume no es el dolor físico, sino la incertidumbre: “Gracias a Dios yo no tengo ningún problema para pagar los 35 mil pesos que cuesta la biopsia. No me niego a tratarme, al contrario, deseo hacerlo. Pero necesito que me digan cuándo”.

La joven denuncia que, tras meses cumpliendo con todos los requerimientos médicos y atravesar múltiples consultas, fue informada de que una persona clave en su proceso no podría atenderla, y desde entonces solo ha recibido respuestas imprecisas: “Le avisamos la semana que viene”.

Mientras tanto, los días transcurren. El tumor crece. Su vida se deteriora.

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Cristy Tapia no pide privilegios. Solo una respuesta, una cita, una fecha que le permita empezar a luchar con nombre y apellido contra la enfermedad que amenaza su vida.