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El controvertido tema del avión catarí se introdujo en la reunión entre Trump y Ramaphosa en el Despacho Oval, el mismo día que el Pentágono comunicó la aceptación formal de la donación de la familia real de Catar.
Ante la pregunta de un periodista, el neoyorquino respondió de forma contundente que esa donación “era algo fabuloso”, que ahorraría dinero a los estadounidenses y que estaba destinada a las “Fuerzas Armadas de EE.UU.”, no a él.
El presidente estadounidense reprendió severamente al periodista por cambiar el tema durante un tenso intercambio con el sudafricano sobre el supuesto “genocidio” que, según Trump, sufren los agricultores afrikáners (sudafricanos blancos descendientes de colonos neerlandeses), algo que Ramaphosa negó.
“Le están dando un avión a la Fuerza Aérea de Estados Unidos. ¿De acuerdo? Y es algo genial. Estamos hablando de muchas otras cosas” (…) “¿Por qué un país dio algo así gratis? A Estados Unidos, no a mí. Fue para ayudarnos porque necesitamos un Air Force One, mientras el otro Air Force One está siendo construido”, indicó.
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Ramaphosa intentó restarle importancia al momento al bromear: “Siento que no tengamos un avión para darle”.
“Si su país le ofreciera un avión a la Fuerza Aérea de Estados Unidos, lo aceptaría”, replicó Trump.
El Gobierno estadounidense aceptó finalmente este miércoles de manera formal el Boeing 747 ofrecido por Catar, un avión que ha generado controversia por las dudas que esa donación plantea en cuestiones de inteligencia y seguridad.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, indicó en un comunicado a la prensa que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aceptó el avión “de acuerdo con todas las normas y regulaciones federales”.
“El Departamento de Defensa trabajará para garantizar que se consideren las medidas de seguridad apropiadas y los requerimientos de la misión funcional para una aeronave utilizada para transportar al presidente de Estados Unidos”, añadió.
El regalo ha generado numerosas críticas tanto de aliados como de opositores, quienes mencionan una disposición en la Constitución que prohíbe a los funcionarios públicos recibir regalos de gobiernos o representantes extranjeros.
Un grupo de senadores demócratas, miembros del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, ha denunciado en un comunicado que el regalo representa “un claro conflicto de intereses” e “invita a la influencia extranjera” en Estados Unidos.
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