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Apenas estrenándose como líder de la Iglesia católica, el papa León XIV logra su primer gran éxito diplomático con la designación del Vaticano como anfitrión de las pláticas de paz entre Rusia y Ucrania.
La elección es una muestra de confianza, crucial en estos momentos, que a su vez realza la imagen y el renovado papel de la Santa Sede.
Se le reconoce, con esta mediación, tanto imparcialidad como autoridad moral, además de su dedicación a la paz. Rusia y Ucrania han barajado distintos lugares para las negociaciones con el fin de lograr al menos un cese al fuego.
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El canciller estadounidense Marco Rubio había anticipado que el Vaticano sería la sede de las nuevas pláticas entre Rusia y Ucrania, con el objetivo de pactar el fin de la guerra.
Es la primera vez en muchos años que la Santa Sede pone a disposición sus instalaciones para negociaciones como las que realizarán los Gobiernos de ambos países.
El encuentro, que cuenta con el respaldo de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, ha despertado gran expectación en la comunidad internacional.
Para Trump podría ser la última baza en sus iniciativas para que Rusia y Ucrania alcancen un acuerdo que ponga fin a la guerra que, además de miles de fallecidos, ha causado cuantiosos daños materiales.
La moral y la influencia del Vaticano podrían verse muy beneficiadas si los dos países logran un consenso para terminar la cruenta guerra.
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