Salud

Maji Phaneer, sus hijos son fruto de un milagro

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Fe, resiliencia y paciencia han sido los tres pilares que la han ayudado a ser madre de tres niños.

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Fe, resiliencia y paciencia han sido los tres pilares que la han ayudado a ser madre de tres niños. Dos de ellos viven con el espectro autista, y admite sentirse privilegiada por haber sido escogida por Dios para esta gran bendición. Como muchas mujeres, Maji Phaneer soñaba con celebrar el último domingo de cada mayo. La infertilidad se interponía a tal punto, que creía imposible recibir felicitaciones por el Día de las Madres. Aunque conocía su realidad, su fe en Dios la ayudaba a albergar la esperanza de que, en algún momento, un milagro sucedería. No se equivocó. Cuando lo creyó prudente, el Señor la bendijo en tres ocasiones. Esas bendiciones llevan por nombre: Adif, Amel, Aslan.

Para llegar hasta ahí y poder dar hoy su testimonio de vida, ella ha tenido que vencer muchas barreras, pero tiene claro que quien al Señor tiene en su vida, todo se le facilita.

“Mientras experimentaba el proceso para quedar embarazada, era muy difícil para mí ver la manera en la que Dios quería glorificarse en mi vida. Cada prueba de embarazo negativa me quebraba, en ocasiones mi fe fue fuerte, pero muchas veces se veía afectada por la situación”. Era tal la afección, que muchas veces le decía a su esposo que la dejara y buscara a alguien que pudiera darle hijos.

“Me sentía incompleta como mujer, y también me enfrenté a muchos comentarios insensibles, que golpeaban mi autoestima y mi interior. Pero el amor de Dios fue más fuerte que mis dudas, y su misericordia me alcanzó de una forma maravillosa. Luego de recibir el milagro, tenerlo en mis brazos, y experimentar la maternidad desde una perspectiva distinta sentí que mi carácter y mi fe fueron transformados, y pude experimentar, desde otra óptica, mi relación con Él”. Reconoce que, aunque su fe se vio quebrantada, Dios fue su fuerza.

Cuando la dueña de esta historia tuvo su primer niño estaba tan agradecida de Dios, que nunca imaginó que tendría más hijos, y mucho menos que sería tan rápido. “Pero cuando Dios hace el milagro, lo hace completo. Los tres llegaron por sorpresa”. Lo da como testimonio la mujer que, desde hace 10 años hasta la fecha, se ha convertido en un ejemplo de fe y resiliencia.

Dos de los tres niños de Maji están dentro del espectro autista. Cuando le dieron el diagnóstico de su primer hijo, fue justo un día antes de dar a luz a su segundo bebé. “Esa noche recibí el correo del resultado de la evaluación, con el diagnóstico. Puedo recordar que lloré a mares, pero de repente una fuerza que aun no puedo explicar, me sostuvo, sentí que algo me estaba conteniendo, y una voz en mi interior me dijo: ‘tranquila tengo un propósito’. Aún no puedo explicar lo que pasó esa noche, pero Dios calmó mi tormenta con una sola palabra”. La fe se interpuso a su angustia.

“Mis hijos me han enseñado a ver a Dios con nuevos ojos, y me ayudan a conocerlo cada vez más. He aprendido que no siempre los milagros son como lo visualizamos, tuve muchas preguntas, pero una sola respuesta: Dios no comete errores y siempre tiene un propósito que nos llena de fuerza. Aprendí a sentirme privilegiada de ser escogida por Él para esta gran misión de criar niños especiales”. Está convencida de que la encomienda a veces puede ser retadora.

“A través de ellos he conocido la pureza en un grado que no había experimentado, y una forma nueva de ver la vida”. Con estas sencillas, pero profundas palabras lo cuenta quien además de madre, es hija, hermana, esposa de Edison Sánchez, empresaria y cantante cristiana.

El haber vivido y, de hecho, estar viendo una experiencia divina, lleva a la protagonista de esta historia a enviar un mensaje a esas mujeres que esperan un milagro del Señor.

“La espera a veces se hace larga, pero Dios conoce la razón por la cual te mantiene en el proceso. Muchas veces en la espera es cuando descubrimos que Dios es más importante que el milagro, y que cuando lo tenemos a Él estamos completas. Búscalo, y apaga las voces que hacen que tu fe disminuya. Pero sobre todas las cosas, recuerda que, aun en esas noches largas, donde nuestras lágrimas corren, y nadie nos ve, cuando nos sentimos vacías y solas, Él nos abraza”. Está clara en que si lo hizo con ella, también puede hacerlo y lo hace con otras.

“Encomiéndate a Dios, mira hacia adentro, ve a tu ritmo y no te culpes cuando algo salga mal. Lo bueno requiere tiempo y paciencia. No te presiones por los estándares vacíos que venden en las redes sociales sobre el éxito. El verdadero éxito siempre estará en lo que el dinero no puede comprar”. Este es el parecer de Maji Phaneer, la mujer que no podía tener hijos y el Señor la bendijo con tres embarazos.

Para ella, la fe no es algo que se deja en casa cuando sales a trabajar. “Intento vivir mis principios cristianos en cada rincón de mi vida, y eso incluye mi negocio. Mi guía siempre ha sido simple, pero poderosa: ‘Ama a Dios sobre todas las cosas y ama a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:38-39)’. Eso lo llevo como emblema, no sólo en palabras, sino en cada decisión. Cuando una mujer entra por la puerta de mi negocio, no solamente veo una clienta o una colaboradora. Veo una hija de Dios. Me esfuerzo por mirar más allá de lo que se ve, para reconocer su esencia y su valor”. Su anhelo es que cada mujer que le visita, se sienta, no sólo más bella por fuera, sino también más fuerte, más amada, más vista.

Maji toma muy en serio su llamado pastoral, inclusive, dentro de su establecimiento. A veces da un consejo, otras veces, ora con alguien que lo necesita, y muchas veces, simplemente escucha. Le importa el bienestar de los demás y una forma de proporcionarlo es dando su testimonio.

“He compartido mi fe toda la vida, y es por esto que aun antes de recibir el milagro de fertilidad, comencé a hablar de mi testimonio y la promesa de Dios que había recibido. Hoy en día, por las redes sociales es más fácil llegar a muchos, así que inmediatamente recibí la noticia de mi primer embarazo, decidí compartirla con mi comunidad en redes sociales”. Hoy valora más el presente y lo que realmente importa. Busca ser ejemplo para sus hijos, con integridad y coherencia. Está enfocada en lo que deja huella de verdad.

Por todas las pruebas en el camino y las bendiciones recibidas, es que quien cuenta su historia, ha aprendido a soltar la idea del equilibrio perfecto. “Trato de organizar mi tiempo lo mejor que puedo, pero también he entendido que no siempre voy a poder con todo, y está bien. Hay días en los que soy una gran profesional, y otros en los que simplemente necesito ser una mamá presente, y eso ocupa todo mi corazón y mi intención. Lo importante para mí es tener claras mis prioridades y enfocarme en lo que toca en ese momento, sin culpas. No siempre sale perfecto, pero siempre lo hago con mucho amor, intención y entrega. No me exijo de más. El tiempo me ha enseñado a ser menos dura conmigo misma, y eso también me ayuda a empatizar con otras mujeres grandiosas que ejercen distintos roles de una forma extraordinaria”. Con la ayuda del Altísimo, cumple en todos sus roles.

Detrás de su gran experiencia divina y de la fortaleza que le ha ayudado a convertirse en la mujer y madre que es hoy, Maji pasó por momentos difíciles que, aunque ya no le afectan, sí sucedieron y la marcaron.

“Durante mi infancia sufrí el ‘bullying’ en carne propia. Esto hizo que durante toda mi adolescencia creciera llena de inseguridades y complejos, los que eventualmente me hicieron caer en una profunda depresión, deseando en muchas ocasiones no vivir”. Es triste conocer esta parte de su vida, pero sin duda, la hace más admirable porque llegar hasta donde está implica que venció a un gran “monstruo”. Pese a todo esto, ella recuerda que tuvo una niñez feliz.

Desde muy pequeña soñaba con construir una familia y tener hijos. “Ser madre fue mi sueño más anhelado. Era tan grande mi anhelo, que sólo me gustaba recibir como regalo muñecas que parecían bebés”. Hoy, a pesar de su diagnosticada infertilidad, el Señor le ha regalado la dicha de disfrutar, no uno, sino tres bendiciones. Por eso es que: “Vengan a mí todos los que están cargados y trabajados que yo les daré descanso. Mateo 11:28”, es su versículo preferido.

“En un mundo de valores perdidos, vivir en fe es nadar contra la corriente, sobre todo, desde la perspectiva de la mujer. Donde se nos vendió un falso empoderamiento, y un positivismo tóxico, que más allá de elevar nuestra femineidad, nos hizo pensar que abandonar nuestra posición de mujer y asumir el rol del hombre era lo correcto; como consecuencia, vivimos cada vez más estresadas y cargadas, en una competencia innecesaria. Creo que el diseño de Dios para la mujer es perfecto. Nuestro rol no necesita comparación ni permiso: es único y valioso. Cuando vivimos alineadas con su propósito, todo cobra sentido. No hay mayor libertad que saberse creada con intención y amor”. Lo dice dejando claro que quiere ser una voz de su verdad, y reflejar a Jesús cómo es: Cercano, poderoso y lleno de gracia.

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