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España practica de forma notable las áreas restringidas para niños. Ciertamente, no se ven carteles ni anuncios en la vía pública. Sin embargo, al acceder a los sitios web de hoteles, restaurantes y cafeterías, se observa que es cada vez más común.
A pesar de la falta de estadísticas precisas, el diario El Economista publicó una encuesta que indicaba que el 8% de los establecimientos de este tipo no admitían niños, específicamente menores de 18 años. Es una proporción considerable, a la que se suman bibliotecas, cines e incluso teatros.
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¿España odia a los niños? Los sociólogos señalan dos fenómenos para explicar esta tendencia a excluir a los niños del espacio público. Por un lado, una gran permisividad con los niños. Es muy frecuente verlos jugar y hacer ruido en restaurantes y lugares públicos hasta altas horas de la noche, incluso entre semana.
Por otro lado, y esto no es necesariamente contradictorio, el cuidado de los niños es deficiente. Incluso se podría hablar de indiferencia hacia su suerte y sus necesidades, como se evidenció durante el confinamiento, periodo en el que las personas mayores o los perros recibieron un trato mejor.
Lo cierto es que el fenómeno de las zonas prohibidas surgió en 2018 y 2019 en Murcia, y luego en Salamanca, en restaurantes y bares. En particular, en el bar Venus de Vigo, donde un cartel anunciaba que cualquier niño no acompañado por sus padres sería vendido como esclavo. Una broma que generó polémica.
De hecho, hay muchas quejas: los niños son ruidosos, invasivos, molestos. Y una reacción en cadena que comenzó en el restaurante Balicana de Bilbao, que al prohibir la entrada a los niños infringió las normas sobre derechos de admisión y fue denunciado por una asociación de consumidores.
También está el auge de la cadena de hoteles “Adults only”, reservados para adultos. Se trata de una cadena de alta categoría dirigida a los visitantes extranjeros. En Granada, Ibiza o Canarias, cada vez se ofrecen más retiros y visitas históricas sin la presencia de niños. ¡Y tiene éxito! El fenómeno se expande, al igual que el turismo extranjero, que se ha convertido en uno de los pilares de la economía española.