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La violencia machista y el control ejercido sobre la mujer por su pareja o expareja son un problema urgente e innegable

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Precisamente, fue en cada embarazo, cuando se dio cuenta de que, verdaderamente, se había convertido en una víctima más de violencia machista.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La mujer dominicana ha pagado un precio muy alto en su intento por lograr una vida funcional, donde el principio de la equidad y el respeto a su dignidad sea valorado y honrado.

Los maltratos tienen una presencia real. La misma se evidencia, no solo en cifras, como las que se divulgan cada año relacionadas con los casos de feminicidios y denuncias, sino también porque representa una realidad en la percepción de los dominicanos.

Las cifras de violencia que son reportadas constituyen la punta del iceberg desde la comisión del crimen, hasta el ocultamiento de todo el drama que no se revela en las estadísticas. Se trata de un entramado socio cultural que atrapa a las mujeres en relaciones ocasionales o sistemáticas donde sufren el rigor del dominio y el control masculino.

Las emociones reprimidas y las ideologías machistas juegan un papel crucial en la mente de los hombres antes de cometer un feminicidio, explicó el psicólogo Luis Vergés al indicar que en la mayoría de los casos no surgen de la noche a la mañana ya que son resultados escalonados de diversos acontecimientos que culminan de forma lamentable y los abusos son el resultado de múltiples factores agregándose la falsa creencia que la sociedad nos ha impregnado de que la mujer es el sexo débil convirtiendo al hombre en un peligro para la mujer cuando tiene juicios negativos hacia ellas, dejando ganar del machismo cultural que ha impregnado el patriarcado.

Entiende que la mujer sigue siendo víctima de una percepción de propiedad, sobre todo, se manifiesta más cuando el hombre tiene bajo nivel educativo y, si tiene alguna problemática de salud mental, lo complica más advirtió Vergés al señalar que gran parte del problema proviene del reflejo en la realidad dominicana, una cultura que ha aprendido en demasía la dominación y la conculcación de los derechos fundamentales de las mujeres.

Por ello, ve importante abordar las raíces de la violencia para prevenir tragedias como los feminicidios, destacando que la educación y la intervención temprana son herramientas clave para romper este ciclo destructivo.

Además de la violencia física apunta otras formas más sutiles de violencia en la relación de pareja que inician una secuencia que con el tiempo se convierte en la plataforma para formas de violencia más extremas; la más reconocida en este sentido es la violencia psicológica.

Citó además factores patológicos como el trastorno límite, personalidad antisocial, adicción al alcohol y otras drogas, son de los principales factores individuales señalados, junto con las dificultades para el manejo del estrés, impulsividad y falta de habilidades sociales para el manejo de los conflictos. Por su parte, los niveles de exposición a la violencia, la cultura del honor, el machismo, la distancia jerárquica y la orientación de dominación, se encuentran dentro de los principales factores socioculturales vinculados a este problema.

El 73 % de los agresores contra las mujeres consideran que no son violentos.

A través del estudio “Radiografía de los indicadores en hombres con conductas violentas en República Dominicana”. reveló que el 73% de los hombres que agreden a sus parejas no se consideran violentos, un elemento que tienden a utilizar para justificar sus acciones violentas, mientras un levantamiento realizado por el Centro de Intervención Conductual para Hombres en el año 2022 arroja que “La negación es una característica frecuente en los hombres que apelan a la violencia en contra de las mujeres y uno de los principales obstáculos para el cambio de esta forma de comportamiento”

El psicoterapeuta Luis Vergés, exdirector y fundador del organismo, explicó que dicho argumento son algunas de las salidas que emplean los agresores para no asumir la carga emocional que implicaría reconocerse como una persona que daña a otras, entre ellas la minimización (quitarles importancia a los hechos), la negación (“yo no hice nada”), la racionalización (“para que la golpee otro, mejor la golpeo yo”) y culpabilizar a la víctima (“ella se lo ganó, me hizo enojar”).

La “radiografía de los indicadores” surge de los datos registrados en el centro donde son referidos los hombres sometidos a la justicia por denuncias de violencia de género o intrafamiliar registrando un acompañamiento de más de 40 mil usuarios en sus procesos de modelación conductual para la convivencia pacífica.

La metodología utilizada consistió en la realización de entrevistas a profundidad, así como la valoración descriptiva del riesgo y la peligrosidad, obtenidas mediante pruebas de entrevistas cara a cara y validación de testimonios de los imputados mediante el contraste con análisis de testimonios de las denunciantes, detalla el informe en su introducción.

Mientras, un 62% de los participantes en el estudio indicó haber sido educado con castigos físicos en la niñez y un 68% afirmó que presenció maltratos verbales y físicos del padre hacia la madre, aspectos que resultan trascendentes en la conformación de una actitud violenta.

“La educación fundamentada en el castigo físico en la infancia, que suele ser aceptada como método de corrección, influye en una personalidad agresiva”, afirmó Vergés. También, agregó que, desde el punto de vista de la persona afectada, muchas mujeres se mantienen en este tipo de relación y sostienen que lo hacen por sus hijos, haciendo de esto una normalidad, como lo indica el dato de que en el 38 % de los casos se reportan más de 10 años de convivencia con el agresor.

El estudio “Radiografía de los indicadores en hombres con conductas violentas en República Dominicana” coloca la violencia machista en un 20% y se manifiesta durante el noviazgo y otro 29% durante el primer año de relación matrimonial o unión libre. Un ejemplo de esto es María.

María (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima) reside en Santo Domingo Este) Su historia, una de tantas, es la historia de una víctima de violencia machista a la que el tiempo solo servirá para cicatrizar una herida que difícilmente se borre.

Es madre de tres hijos. Precisamente, fue en cada embarazo, cuando se dio cuenta de que, verdaderamente, se había convertido en una víctima más de violencia machista. “No me acompañaba a los médicos, ni a dar los paseos obligatorios y cuando enfermaba me dejaba ahí tirada, no se preocupaba en absoluto por mi salud. Tampoco dejaba que mi madre me acompañase al hospital, quería que estuviese absolutamente sola”, solloza.

“Me hacía sentir inferior y yo lo seguía justificando, pensando que le tenía que apoyar”

En este momento, en los embarazos, la víctima experimentó la verdadera soledad, mientras sentía a sus hijos dentro. El periodo donde más maltrato recibió por parte de su expareja fue durante la gestación de su tercer hijo. “Fue un embarazo sorpresa, no lo esperábamos. Me dijo que no podía ser y que me atuviera a las consecuencias si pensaba tener a mi hijo. Lloré muchísimo”, narra con la voz rota.

María es incapaz de nombrar al hombre que la maltrató durante más de diez años. “Influenciada por él, llegué a plantear [a mis padres] la idea de abortar. Estaba anulada.

El informe “Violencia de género, intrafamiliar y delitos sexuales” del Ministerio Público indica que la violencia verbal y psicológica remontan en acumulan los valores más altos con 11,288 procesos por violencia verbal y psicológica y 5,540 de violencia física.

Otras localidades

Además de Santo Domingo Este, otra localidad que reporta gran volumen de actividad por violencia es Santiago,

En Santo Domingo Oeste se contabilizaron 3,709 denuncias en 2020;San Cristóbal, Puerto Plata, San Francisco y San Pedro de Macorís completan el listado.

Para referirse a los hombres con conductas violentas, expertos en la conducta humana plantean que los mismos se valen de una serie de estrategias de manipulación emocional o tácticas encubiertas orientadas a tomar el control de la relación de pareja. Dentro de estas estrategias se encuentran:

Reforzamiento intermitente. Ocurre cuando los agresores solo otorgan a sus víctimas reforzadores como: atención, aprecio, respeto, declaración de amor en situaciones básicas que encajan en su conveniencia. Llega un momento que el vínculo de las víctimas aumenta con el agresor en este proceso, ya que asocian los reforzadores con la bondad de quien los dispensa, llegando a un punto donde no identifican la parte manipuladora de la estrategia. Este proceso recibe el nombre de vínculo traumático.

Reforzamiento negativo. El maltratador manifiesta conductas negativas, entre ellas: no hablar con las víctimas, actuar de forma irritable, llegar tarde a la casa, hasta que la mujer cumpla con sus requerimientos o demandas.

No permitir la expresión de las emociones negativas de las mujeres. Las víctimas son reprimidas por expresar sus emociones. Al no tener posibilidades de expresar las emociones, lo cual será castigado por el agresor con el silencio o expresiones de rechazo, las víctimas acumulan mayores niveles de frustraciones, lo que inicia el proceso de nuevo.

Formas abusivas indirectas. Consiste en disimular la agresión presentando los insultos como intentos de ayuda, consejos y ofertas de solución. Se presentan como intentos sinceros de ayuda, pero es actualmente un intento de denigración, control y de disminución de la pareja.

Apertura prematura. El manipulador comparte informaciones íntimas sus vidas y familiares de forma temprana para crear un falso sentido de intimidad. Eso hace que automáticamente nos sintamos obligados y comprometidos a hacer lo mismo. Luego se descubre que gran parte de lo que dijo era mentira, para utilizar todo lo que recibió de manera íntima por parte de la pareja en su contra.

Triangulación. El agresor introduce el nombre de otro hombre o mujer en la relación. Habla sobre compañeras de tr

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