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Solo los asentamientos israelíes en Gaza fueron evacuados en 2005, tras la resolución del tribunal internacional que los declaró ilegales, los de Cisjordania, Jerusalén y los Altos del Golán se mantuvieron y aumentaron. La decisión de establecer a los judíos en los territorios palestinos arrebatados al Imperio Otomano al final de la Primera Guerra Mundial en 1918 y cedidos a Inglaterra por la desaparecida Sociedad de Naciones, data de hace más de un siglo, cuando Arthur James Balfour, ministro de Asuntos Exteriores británico, propuso el 2 de noviembre de 1917 el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío. Siguiendo esa misma línea, el presidente estadounidense Harry Truman anunció en mayo de 1946 la aprobación de una recomendación para admitir a 100.000 judíos desplazados en Palestina y en octubre del mismo año declaró públicamente su apoyo a la creación de un estado judío en esos territorios ocupados tradicionalmente por pueblos árabes.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y ante las calamidades que sufrieron los judíos en todos los países europeos por parte del nazismo hitleriano, que comenzó el 15 de septiembre de 1935, cuando el régimen nazi anunció las Leyes de Núremberg sobre la ciudadanía del Tercer Reich y para la protección de la sangre y el honor de los alemanes. Lo cual tuvo su expresión concreta durante la llamada “Noche de los Cristales Rotos” del 9 al 10 de noviembre de 1938, llevada a cabo contra ciudadanos judíos por la Sección de Asalto (SA), mejor conocida como los Camisas Pardas, del Partido Nacionalsocialista Alemán (Nazi).
La nueva organización de la posguerra de las Naciones Unidas (ONU), controlada por los países occidentales liderados por Estados Unidos e Inglaterra, decidió ubicar a la población judía en los territorios palestinos que estaban bajo el dominio de esta última.
Palestina estuvo bajo el dominio inglés por 30 años, desde 1917 hasta 1947, fecha en que la nueva entidad mundial adoptó el 29 de noviembre de 1947 la Resolución 181 que dividiría el antiguo territorio palestino en dos estados: uno judío y otro árabe, el cual entraría en vigor, al finalizar el mandato británico en mayo de 1948.
Esa división hecha de manera arbitraria e injusta otorgó al Estado Judío más de la mitad del territorio palestino, creando una separación de 93.2 km de distancia entre los dos principales enclaves palestinos, Cisjordania y Gaza.
Cisjordania, el principal asentamiento palestino al lado de Jordania y del Mar Muerto, y la Franja de Gaza, bordeada por el Mar Mediterráneo, y en medio de ambos, el territorio asignado a los judíos para la fundación del nuevo Estado de Israel.
Pero, pese a esa desigual distribución, Israel ha procurado a lo largo de los 77 años de su fundación seguir al pie de la letra la teoría hitleriana del espacio vital, con el fin de quedarse con todo el territorio de la antigua Palestina, expulsando a sus antiguos pobladores “Manus Militaris” y creando colonias de judíos en los territorios arrebatados, tanto en Cisjordania como en Gaza, lo cual hicieron después de la Guerra de los Seis Días, en el año 1967 y que, muy a su pesar, tuvieron que abandonar por presión y por los acuerdos internacionales de Camp David.
En 2005, durante la administración de Ariel Sharon, un extremista de derecha, los 21 asentamientos ocupados en Gaza tuvieron que ser abandonados. Desde el abandono involuntario de esos asentamientos, los planes sionistas para su recuperación no han cesado, solo se habían postergado por la situación específica de la constante crisis de Oriente Medio y las tensas relaciones con los países árabes.
La reconquista de la Franja de Gaza por su posición privilegiada de más de 40 KM de costa en el Mar Mediterráneo, principal afluente marítima de Europa, para el asentamiento de colonos judíos nunca ha sido abandonada, convirtiéndose en la principal meta de su expansión colonial.
El 7 de octubre de 2023, sorprendió a Benjamín Netanyahu, en medio de la peor crisis política que ha tenido en su prolongado ejercicio del poder y utilizada para la ejecución de la política Nazi del Espacio Vital, empleada para la búsqueda de asentamientos de colonos israelíes en toda Gaza a costa del exterminio de la población gazatí.
Si el propósito principal hubiese sido el encuentro y rescate con vida de los rehenes, no se habría producido la destrucción casi total de la ciudad de Gaza con bombardeos indiscriminados que han costado la vida de casi 60 mil seres humanos de los cuales, el 70 % son mujeres, niños y ancianos, y por lo cual, no se puede descartar que también, hayan fallecido algunos de los secuestrados.
Es por eso, que la incursión del ejército sionista más que en búsqueda de los rehenes de Hamás, es para el exterminio total de la población palestina de Gaza, con el propósito de crear lo que el emperador Donald Trump ha denominado “La Rivera de Oriente Medio” habitada por colonos israelíes, erigida sobre la tumba de más de dos millones de seres humanos, cuyo único delito es ser palestinos y obstaculizar las ansias enfermizas del sionismo israelí de expandir su territorio sin importar el sacrificio de vidas humanas.
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