Economicas

Un empresario, y también, un próspero vendedor

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Bosch leía y escribía por las noches y no se apagaba la luz en la pequeña habitación donde dormían en camas colombinas.

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Detrás del emprendedor y exitoso comerciante se hallaba una personalidad sencilla, humilde, generosa, capaz de perdonar graves faltas que le perjudicaban en sus negocios, dispuesto al sacrificio con tal de no ofender a personas de su afecto.

Uno de sus mejores amigos en los primeros años en República Dominicana era Juan Bosch, tan entrañable que le apodaba “Juanito”, y el expresidente le llamaba “Manolo”. Bosch leía y escribía por las noches y no se apagaba la luz en la pequeña habitación donde dormían en camas colombinas. Y se desvelaba, “lo que significaba que al otro día estuviera incómodo, de mal humor”.

Manuel Corripio García no solo es admirable por sus triunfos empresariales y la singular visión para acometer negocios prósperos, sino por la forma en que educó a su único hijo para la vida y el trabajo, imprimiéndole con su ejemplo fórmulas efectivas de logros en el quehacer cotidiano.

En sus propósitos para con el unigénito le apoyó su esposa, Sara Estrada, soporte también en los establecimientos. “Era estricta, disciplinada”.

Sobre el destacado hombre de negocios que con tres mil pesos inició lo que convirtió en una creciente cadena de empresas, habla José Luis Corripio Estrada (Pepín), fiel a las prédicas de su progenitor al que superó con creces en el cumplimiento de sus metas.

Vivieron entre personas humildes. Los amigos de don Manuel eran, además de Bosch, sus empleados en la tienda de provisiones.

Pepín cuenta que no solo se preocupó porque él estudiara una carrera profesional y se familiarizara con operaciones comerciales: insistía en que dominara el inglés. “Para él no bastaba un título, era necesario aprender la lengua del futuro. El comercio, decía, va a ser en inglés, y así resultó. Me puso profesores judíos. Después tuve como maestro a Míster Morrison”. Pepín cursó también Derecho en la Universidad de Santo Domingo, estudios comerciales en Escuela de Peritos Contadores, bachilleratos en Matemáticas y Filosofía y Letras en La Salle.

Recuerda a don Manuel “reposado, pero muy persistente, no se entregaba fácil, seguía planes hasta el final. Era simpático, con gran sentido del humor”.

De piel blanca, pecoso, sensible, tolerante. “Cuando alguien fallaba buscaba la causa y entendía por qué no había cumplido. Comprendía la naturaleza humana, tenía una visión muy inteligente con el prójimo, pues vivió entre los pobres”.

Manuel nació en Valbuena, Asturias, el 8 de febrero de 1908, hijo de Pedro Corripio Madiedo y Teresa García García. Tuvo dos hermanas, Isolina y Mercedes. Estudió en el colegio de la Parroquia de Viñón, hasta cuarto de primaria.

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El 21 de octubre de 1921, emigró a Santo Domingo a trabajar junto a su hermano Ramón, en el colmado de Francisco Lavandero, frente al Parque Independencia, de 6:00 de la mañana a 11:00 de la noche. Estudió comercio en la Academia Santa Ana.

Se independizaron en 1922, fundaron “Corripio Hermanos”, en la calle Nouel esquina Palo Hincado y residían en la Pina. Al lado tenían la panadería “Pando”, encargada a Joaquín Pando. Juan Bosch era su contable.

En 1930 volvió a España, trabajó agricultura en Arroes y el 16 de julio de 1932 casó con Sara Estrada. Cuando asomaba la Guerra Civil retornó al país. En 1936 se instaló en la calle Mercedes esquina Sánchez.

Negocio y familia pasaron a la avenida Mella esquina Santomé, hasta 1953 cuando fijaron residencia en la calle Mariano Cestero con Avenida Bolívar.

Posteriormente estuvo en la calle Emilio Prud-Homme con el nombre de “Distribuidora Corripio”. Sus empresas se multiplicaron. Hoy cuentan con más de 12 mil trabajadores en establecimientos diversos, pero él siempre estuvo en “Manuel Corripio, C. por A.”. Cumplía horario a edad muy avanzada.

Creó la Fundación Corripio, en 1986. Otorga galardones en diferentes renglones, y la Biblioteca de Clásicos Dominicanos que publica libros de reconocidos escritores nativos.

Recibió numerosos honores de los que no pudo escapar, pese a rehuirlos.

Falleció en Santo Domingo el 9 de noviembre de 2004, a los 96 años.

Pepín confiesa que le dejó el paradigma de su trabajo a tiempo completo. Decía que “más vale un minuto de ejemplo que una hora de consejos”.

El 18 de junio de 2013, el Congreso Nacional designó con el nombre Manuel Corripio García la antigua calle “Proyecto Central”, del sector La Esperilla, rotulada en julio de 2014. Pepín comenta: “Nunca se sintió merecedor de homenajes. Decía que era él quien debía rendir tributo al pueblo dominicano por lo mucho que de él había recibido y aprendido”.

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