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Vladímir Putin, sin detener la agresión rusa en Ucrania, llamó por teléfono al presidente Donald Trump para alertarle sobre las consecuencias de la creciente tensión bélica israelí en Oriente Medio.
Irán, afectado por un bombardeo que Israel calificó de “preventivo”, es un importante aliado de Rusia en esa región.
Además de Irán, el gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha bombardeado Líbano y Yemen, sumado al genocidio en Gaza.
Respecto a los bombardeos contra su enemigo, Irán, Netanyahu afirmó abiertamente haber actuado con el respaldo de Estados Unidos.
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Los iraníes no se quedaron inactivos ni solo amenazaron, sino que respondieron con una descarga de misiles contra Tel Aviv y Jerusalén en represalia a los ataques israelíes.
Directamente, las grandes potencias no han intervenido en el intercambio de ataques, pero la llamada de Putin a Trump parece una advertencia.
China, que ha permanecido neutral, también es aliado de Irán en la zona. El pánico provocado por esta situación es entendible.
Si las potencias no actúan para mediar, todo es posible con la tensión actual en Oriente Medio. Solo ellas pueden frenar la escalada, ya que la ONU carece de influencia.
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