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Históricamente, la zona fronteriza ha sido la más desatendida por los gobiernos, tanto es así que durante décadas, el personal que era trasladado a esa región, se veía como si estuviera en desgracia ante el poder.
Se puede asegurar, sin dudarlo, que enviar a alguien a la frontera era una especie de castigo, y en la mayoría de los casos, los que lo sufrían, terminaban renunciando.
Esa percepción parece estar cambiando, por el auge de los intereses económicos y de otra índole que se mueven en esa zona, lo que para los observadores, no es algo insignificante.
En lo deportivo, la inversión en la frontera era y sigue siendo una vergüenza para quienes han tenido la responsabilidad de tomar en cuenta a seis provincias, que solo importan cuando se busca su apoyo en las elecciones.
Ayer asistí a una rueda de prensa organizada por el ministerio de Deportes, liderada por Kelvin Cruz, quien anunció junto a senadores, diputados, alcaldes, concejales, gobernadoras y otras autoridades de la zona, que se realizarán los Juegos Fronterizos 2025, con la participación de unos dos mil atletas.
Como muestra de la amnesia e indiferencia a la que ha estado sometida esa región, esos juegos se reinician, tras 10 años de olvido total por parte de las autoridades.
De ese olvido sobre las necesidades deportivas de la frontera, no solo se debe culpar a quienes han estado al frente de Deportes, sino también al Comité Olímpico, las autoridades, los síndicos, legisladores, gobernadoras, y a los dirigentes y deportistas de toda la región, que no fueron capaces de levantar la voz para que esos juegos no fueran olvidados ni un segundo.
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