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En esta icónica calle, surcada por callejones y repleta de negocios de bebidas, justo en su perímetro central se encuentra un destacamento encargado de mantener el orden. Allí, hay un patrullaje policial diario y sin interrupciones, según indican los vecinos.
El barrio Capotillo estuvo por años sumido en la violencia, criminalidad, inseguridad, exclusión, marginalidad y pobreza. Su realidad, cruda y desafiante, ha sido incluso plasmada en múltiples canciones urbanas que narran las difíciles vivencias de sus residentes. Hoy, sin embargo, la perspectiva es distinta en la calle La 42 de ese sector del Distrito Nacional.
En esta emblemática vía, cruzada por callejones y llena de negocios de bebidas, justo en su núcleo central está instalado un destacamento encargado de mantener el orden. Allí hay un patrullaje policial diario y sin interrupciones, según informan los residentes.
LISTÍN DIARIO se trasladó a Capotillo, el simbólico sector que cuenta con la Unión de Vecinos, que conecta a un total de 19 juntas vecinales que intentan forjar una nueva historia, lejos del sombrío pasado en ese barrio capitalino.
Allí, reporteros de este medio conversaron con algunos de los dirigentes comunitarios que alzaron su voz para elogiar los operativos y movimientos gubernamentales que buscan mejorar la convivencia en el lugar.
Uno de ellos es Héctor Adames, presidente de la Junta Vecinal Nueva Esperanza en La 42 de Capotillo. Expresó que siempre ha luchado por la calidad de vida de sus vecinos y para borrar el sentimiento negativo que por años ha cargado la comunidad debido a la violencia y la delincuencia.
Cuenta que la fama que tenía el sector impedía que personas de otros lugares entraran con facilidad. “No se podía vivir aquí con la violencia, enfrentamientos entre bandas, pero gracias a Dios, la intervención de las autoridades en los últimos meses ha brindado tranquilidad al barrio”, añadió.
Aunque precisa que la delincuencia no se ha erradicado por completo, Adames destacó, evidenciando tranquilidad en su tono de voz, que “estamos tratando de cambiar todas esas cosas negativas que se dicen del sector, porque aquí hay muchos jóvenes valiosos y profesionales que no están en malos pasos”.
Genaro Prensa, presidente de la Junta de Vecinos Capotillo Unido, señaló también que en la actualidad hay menos casos de atracos en comparación con años anteriores.
Puntualizó, además, que las directivas vecinales se están encargando de recoger a los jóvenes para que se inserten en actividades deportivas y se alejen del consumo de sustancias prohibidas con el programa “Cero drogas”.
Este proyecto dirigido a los adictos a sustancias alucinógenas, se realiza en el barrio los martes en la mañana, cuando un grupo de médicos imparte charlas para orientar sobre las incidencias del consumo de drogas, explicó el dirigente comunitario.
Dificultad para conseguir empleo
Al consultar al líder de la Unión de Vecinos de Capotillo, Daniel Ferreira Rodríguez, acerca de las estrategias que deben implementarse para disminuir con éxito el incremento de la violencia y actos delictivos, indicó que esos flagelos se pueden combatir con “educación y empleo”, pues de esa forma considera que los residentes estarán ocupando mejor su tiempo de ocio.
“La falta de empleos es una de las grandes problemáticas que nosotros tenemos aquí porque las empresas les niegan el trabajo a los muchachos por residir aquí, en Capotillo”, dijo Ferreira Rodríguez, al tiempo de señalar que esa realidad hace más difícil que los jóvenes puedan “cambiar su estilo de vida”.
Jóvenes ejemplares
En los rincones de Capotillo no solo reinan las acciones delictivas, sino que hay jóvenes que se destacan por mantener pasos firmes sin desviarse de su objetivo, pese a crecer en un entorno considerado inadecuado para residir y progresar.
Este es el caso de José Miguel Méndez, de 28 años, quien se dedica a estilizar el pelo de los hombres desde su peluquería.
Cuenta que desde los 13 años descubrió el talento para embellecer a las personas con los cortes de cabello y, a pesar de vivir en un entorno que carga con una “mala fama”, esto no ha sido obstáculo para sacar a flote su emprendimiento.
“Ha sido difícil establecer este negocio, porque a los jóvenes del barrio se les cierran muchas puertas, pero no puedo detenerme”, dijo Méndez con orgullo.
Igualmente, en esa comunidad vive Abraham Castillo, de 20 años. Es descrito por los líderes comunitarios como un joven dedicado y ejemplar que ama jugar baloncesto.
Castillo trabaja en un centro de atención de llamadas hablando inglés, idioma que aprendió en el Programa de Inglés por Inmersión que desarrolla el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT).
“Las oportunidades son difíciles para quienes vivimos en Capotillo, pero todo se logra con Dios”, manifestó el joven, mientras jugaba baloncesto en la cancha de la comunidad.
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