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Esta situación no solo plantea un reto para el sistema sanitario, sino también una tragedia personal para miles de pacientes cuya calidad de vida se ve afectada de manera drástica y, en muchos casos, irreversible.
La advertencia provino de Juan Vicente Méndez, especialista en cirugía general y laparoscopia, jefe del Departamento de Cirugía Vascular, Endovascular y Cirugía de Pie Diabético del Hospital Docente Francisco Moscoso Puello, al indicar que más de 7,000 decesos en el país están directamente vinculados a amputaciones, superando incluso las tasas de mortalidad por diversos tipos de cáncer.
“El pie diabético genera una espiral negativa que impacta todos los aspectos de la vida del paciente”, afirmó Méndez.
Resaltó que además de enfrentarse a una discapacidad física, muchos experimentan cuadros depresivos, dependencia total de otros, agotamiento emocional en la familia y una carga económica difícil de sobrellevar.
El especialista enfatizó que no se trata solo de lidiar con la enfermedad, sino con las graves consecuencias físicas, emocionales y sociales derivadas de una amputación.
En República Dominicana, más de 1.3 millones de personas viven con diabetes, y según estudios recientes, alrededor del 25% de los pacientes diabéticos desarrollará úlceras o daños en los nervios y vasos sanguíneos de los pies, lo que incrementa significativamente el riesgo de amputación.
De hecho, las estadísticas sugieren que cerca de 11,000 personas al año podrían requerir amputaciones debido a complicaciones del pie diabético. A nivel mundial, esta condición provoca cerca de 1 millón de muertes anuales y es responsable del 80% de todas las amputaciones no traumáticas.
Méndez explicó que los elevados índices de diabetes en el país están influenciados por factores culturales, sociales y ambientales, así como por hábitos alimenticios inadecuados y la falta de ejercicio físico regular.
“La mayoría de los pacientes llega al consultorio en etapas muy avanzadas, cuando el daño ya es irreparable”, lamentó.
Por eso, hizo un llamado urgente a las autoridades y a la sociedad para impulsar programas de prevención, detección temprana y educación, dirigidos especialmente a las comunidades más vulnerables. “El conocimiento salva vidas. Es hora de actuar antes de que el pie diabético siga cobrando tantas víctimas”, concluyó.
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