Salud

La prueba fácil para saber si un huevo es fresco

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A pesar de su simpleza, los huevos demandan una manipulación cautelosa para asegurar su consumo seguro.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

A pesar de su simpleza, los huevos demandan una manipulación cautelosa para asegurar su consumo seguro. Su cáscara porosa puede permitir el ingreso de bacterias si no se almacenan de manera apropiada, y uno de los principales peligros es la salmonela, una causa común de intoxicación alimentaria. Por lo tanto, los expertos insisten en verificar la frescura de los huevos antes de consumirlos y seguir pautas básicas de refrigeración y manejo para prevenir enfermedades graves.

Uno de los métodos caseros más utilizados para comprobar si un huevo es fresco es la prueba de flotación. Consiste en sumergir el huevo en un recipiente con agua fría:

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Si se hunde y permanece horizontal, está fresco.

Si se inclina, está cerca del final de su vida útil.

Si flota, podría haber acumulado gases en su interior y debe desecharse.

Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA), además de esta prueba, es aconsejable observar el estado del huevo al abrirlo: cambios en la textura o un olor desagradable indican que no debe consumirse.

La licenciada en Química con Máster en Seguridad Alimentaria española Laura Meschede, recomendó hacer esta prueba solo si el huevo se va a consumir inmediatamente, ya que mojar huevos que luego volverán al refrigerador puede aumentar el riesgo de contaminación.

La flotación está relacionada con el envejecimiento del huevo. Con el tiempo, su contenido pierde humedad y aire a través de los poros de la cáscara. Esto crea una cámara de aire interna que causa que flote. Además, la descomposición de proteínas y otras sustancias produce gases que aumentan la flotabilidad.

Sin embargo, como advirtió Meschede, la flotación no siempre indica contaminación: si no hay fisuras ni signos externos de deterioro, podría seguir siendo seguro, aunque esté cerca del límite de consumo.

De acuerdo con la FDA, los huevos frescos pueden conservarse entre tres y cinco semanas en el refrigerador, siempre a una temperatura igual o inferior a 4 °C. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) recomienda guardarlos en su envase original y en la parte más fría del refrigerador, no en la puerta, donde las fluctuaciones térmicas son comunes.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) indica que los huevos no tienen fecha de caducidad sino una de consumo preferente: 28 días desde la puesta. Si se mantienen secos, limpios, alejados de olores y a temperatura constante, pueden consumirse incluso después de esa fecha, aunque podrían haber perdido calidad nutricional o sensorial.

En el caso de los huevos cocidos, deben guardarse sin pelar, en recipiente cerrado, y consumirse en un máximo de siete días. Las preparaciones que los incluyan deben comerse entre tres y cuatro días.

Para garantizar su seguridad alimentaria, los huevos deben almacenarse en un sitio fresco, seco y sin exposición a la luz directa ni a olores fuertes. El refrigerador es la opción más segura, especialmente en épocas de calor. No se deben lavar antes de guardarlos, ya que la cáscara está protegida por una cutícula que se elimina al mojarla, facilitando la entrada de microorganismos.

En el momento previo al consumo, sí es posible lavarlos, pero siempre justo antes de romperlos. También se recomienda no cascar el huevo directamente en el recipiente donde se va a batir o cocinar, para evitar posibles contaminaciones si la cáscara está sucia.

Los huevos son una fuente importante de nutrientes esenciales. Contienen proteínas de alto valor biológico, necesarias para el desarrollo y mantenimiento muscular, así como vitaminas A, D, E y del complejo B, y minerales como hierro, fósforo y selenio. La yema aporta colina, un nutriente clave para la función cerebral y el desarrollo fetal.

Su contenido en grasas insaturadas contribuye al buen funcionamiento del sistema cardiovascular, siempre que se consuman en el contexto de una dieta equilibrada. Además, son versátiles, saciantes y de bajo costo, lo que los convierte en un alimento fundamental en muchas culturas.

El huevo puede formar parte de una alimentación saludable en todas las etapas de la vida, siempre que se respeten las condiciones de conservación y cocción recomendadas por organismos como la FDA, el USDA y la AESAN. Preparaciones con huevo crudo, como salsas o postres, deben elaborarse con huevos pasteurizados, especialmente si serán consumidos por personas vulnerables. Mantener buenas prácticas de higiene en la cocina también es fundamental para evitar la contaminación cruzada y reducir el riesgo de salmonelosis.

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