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Da igual que esté en Nueva York, Madrid o Buenos Aires: donde llega un dominicano, se distingue. Su alegría, su manera peculiar de expresarse y su calidez humana lo hacen sobresalir en cualquier lugar del mundo. Estas son 7 cosas que hacen al dominicano inconfundible, donde quiera que vaya:
Hablar con el cuerpo: Habla con las manos, la cara y todo su ser. Y a menudo, eleva el tono sin estar enfadado.
Alegre por instinto: El dominicano tiene una sonrisa a flor de piel. Su buen humor lo vuelve un ser contagioso y optimista.
“Relajado” con ingenio: El dominicano es experto en el chiste espontáneo y la risa fácil. En cualquier reunión, siempre hay uno que se convierte en el alma del grupo sin mucho esfuerzo.
Su sazón: Aunque esté lejos, el dominicano no olvida su arroz, habichuelas y carne. Del mangú y de los pastelitos. Incluso, muchos emigrantes montan pequeños negocios de comida criolla donde residen.
La hospitalidad: Los dominicanos abren las puertas de su casa a cualquiera como si fuera de la familia. Siempre ofrece café, comida o ayuda, incluso a desconocidos.
Convertir eventos tristes en memes: Aunque la vida en el extranjero presente desafíos, el dominicano mantiene la fe, la esperanza y el buen ánimo. Siempre tiene una historia que contar y una forma positiva de ver la vida.
Creativo en el lenguaje: Su forma de hablar es vasta, llena de dichos, refranes, apodos y palabras propias que lo hacen único: desde la “vaina” hasta el “concho”.
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