Entretenimiento

Evocando a Morrobel

8743283217.png
Con gran dosis de picardía, exponía la falta de preparación, el déficit intelectual y el deseo no disimulado de romper las reglas éticas.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El ingenio de Freddy Beras Goico satirizó el modelo político, convirtiendo a Melencio Morrobel en un retrato perfecto de las aspiraciones desmedidas y el asalto emblemático al cargo más importante del país: disfrutar del apoyo popular y llegar a ser el máximo dirigente de la nación. Con gran dosis de picardía, exponía la falta de preparación, el déficit intelectual y el deseo no disimulado de romper las reglas éticas. En la práctica, Morrobel no podía, pero anhelaba. Con un ego desmedido, pretendía suplir cualidades indispensables con el eufemismo de que tenía todo el derecho. Y, en el fondo, la argucia defensiva se sustentaba en la Constitución.

Ahora bien, el poder hacer dista mucho del buen carácter, y aún más de ser un requisito esencial. Así, y por la influencia de las normas formales y legales, las puertas de los aspirantes están abiertas y, sin el menor reparo, incorporan al ejército de ilusos al circuito de la locura. Aparecen en los periódicos dos veces, contratan tres voceros radiales o televisivos, y se creen el cuento de la viabilidad de sus deseos, material a menudo de psiquiatría.

Aquí, es imperativo cambiar la lógica. La nación precisa más ciudadanos enfocados en solucionar los problemas de la gente que un grupo que utilice a los votantes como cebo para sus propósitos personales. Basta recordar la fascinación de funcionarios que concentran la inversión en educación o en obras públicas, utilizándolas como trampolín para sus aspiraciones. Y los resultados son evidentes: fracasaron.

Esta desafortunada treta es típica de la partidocracia, porque en el fondo “aspirar” llena vacíos existenciales, a la vez que activa la red de negocios y ventajas que se derivan de todo el esquema de la industria política. De ahí, esta desorientación y actuar fuera de los plazos establecidos por la ley.

Sin embargo, lo que parece que no logran percibir es la enorme capacidad de indignación de una ciudadanía que no siente sosiego ni paz, pero que reacciona con furia al sentirse engañada por representantes de la clase partidista.

La lección debe ser aprendida por todos. Desde el oficialismo, apostando al proyecto general sin descuidar el desempeño eficaz, la rendición de cuentas y la gestión transparente. Y en la oposición, aunque no lo intuyan de inmediato: confundir obstrucción con críticas legítimas y necesarias para contrapesar, reduce su credibilidad entre la población.

Apostar a la “chercha” disfrazada de cuestionamientos, creer que darle dinero a periodistas te convierte en figura presidencial, usar la nómina como base operativa de una aspiración, construyen en el imaginario popular la idea de que los Melencio Morrobel se han multiplicado y que tanto esfuerzo, dolor y sacrificio han sido en vano.

Caramba, tener derecho no es suficiente. La política requiere de capacidades, no solo ambiciones. Y la nación necesita ciudadanos dispuestos a emular a nuestros mejores dominicanos en lugar de recrearse trasladando al Morrobel de la ficción a la boleta electoral.

TRA Digital

GRATIS
VER