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Un año más tarde, la decepción aumenta respecto a la misión de seguridad encabezada por Kenia en Haití

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Adicionalmente, el fenómeno de las bandas y el caldo de cultivo que las alimenta no ha sido analizado en profundidad.

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La MMAS se desplegó para ayudar a la policía a desarmar a las bandas y asegurar la seguridad, así como para crear las condiciones de seguridad necesarias para celebrar elecciones y restaurar las instituciones democráticas del país. Pero, un año después, los haitianos no ven ninguna diferencia.

Aunque el Consejo Presidencial de Transición (CPT) rompió recientemente el silencio sobre la presencia de mercenarios extranjeros contratados para la guerra contra las bandas en Haití, los observadores no tardaron en darse cuenta de las limitaciones de la acción de la MMAS. Adicionalmente, el fenómeno de las bandas y el caldo de cultivo que las alimenta no ha sido analizado en profundidad. No es solo un problema de seguridad. Las bandas se trataron como un problema de guerrilla urbana, pero no se prestó atención a su financiación y armamento, subrayó la investigadora Lou Pingeot, de la Universidad de Ottawa, en RFI el pasado septiembre.

Colson, a quien encontramos en la pequeña comuna de Delmas, tampoco oculta su decepción. Para él, el fracaso de esta misión de apoyo a la seguridad en Haití era previsible. “Ya sabíamos que esta fuerza internacional no vendría realmente a resolver nuestros problemas de seguridad. Estas fuerzas internacionales nunca vienen a un país a resolver los problemas de la población. A pesar de su presencia, no hacen nada; es la policía la que lucha cada día”.

Para Thimothé, el fracaso de esta misión en la que había puesto su fe también es el fracaso de la comunidad internacional. “Tenía la esperanza de que, con la llegada de esta misión, jugaría un papel persuasivo. Pero, por el contrario, la situación no ha hecho más que empeorar desde su presencia. También es un fracaso para la comunidad internacional, que pensaba que podía resolver el problema a su manera”.

Las bandas han ampliado su control sobre el país y siguen adquiriendo armas a pesar del embargo decretado hace tres años, según alertan los expertos de las Naciones Unidas en un informe publicado a principios de semana.

El grupo de expertos encargado de supervisar las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU “está preocupado no solo porque la violencia de las bandas se está extendiendo por todo el país, sino también por la creciente brutalidad que la caracteriza”, señala el informe, que destaca varias “masacres” a gran escala, además de asesinatos, secuestros y violaciones. “Ante la falta de una respuesta efectiva por parte del Gobierno, las bandas tienen vía libre para llevar a cabo ataques con total impunidad y ampliar su control territorial”.

En 2022, el Consejo de Seguridad estableció un régimen de sanciones que incluía un embargo selectivo de armas, que luego se reforzó para prohibir todas las transferencias de armas a Haití, sumida en una grave crisis de seguridad, humanitaria y política. Pero el embargo, cuya aplicación es “muy limitada”, no tiene “repercusiones significativas” en la capacidad de las pandillas, lamenta el informe, y estas “siguen adquiriendo armas y municiones suficientes para mantener su poderío de fuego en varios frentes”.

Durante el período considerado (octubre de 2024 a febrero de 2025), pudieron adquirir “cantidades crecientes” de fusiles ametralladores, “reforzando así su capacidad letal y aumentando las dificultades a las que se enfrentan las fuerzas de seguridad”. Además del tráfico de armas procedentes de Estados Unidos, los expertos señalan “desvíos” de existencias de la policía haitiana y de la vecina República Dominicana, gracias a agentes corruptos.

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