Salud

Mitos, costos y costumbre: por qué consumir pescado sigue siendo un desafío en Latinoamérica

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Uno de los grandes desafíos para nosotros es poder aumentar este consumo per cápita.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Según datos de Naciones Unidas, el consumo global aparente de alimentos acuáticos es de 20,7 kilos por persona al año, mientras que en Latinoamérica y el Caribe desciende a 11 kilos y para mantener este nivel hacia el 2050 será necesario aumentar la producción acuática en al menos un 13 %. “Uno de los grandes desafíos para nosotros es poder aumentar este consumo per cápita. Para ello hay que diseñar numerosas estrategias para acercar los productos a la gente, que sean inocuos, que sean asequibles”, afirma a EFE el Oficial Principal de Pesca y Acuicultura de la FAO para América Latina y el Caribe, el mexicano Javier Villanueva. Villanueva participa en la XIX reunión de la Comisión de Pesca en Pequeña Escala, Artesanal y Acuicultura para América Latina y el Caribe (COPPESAALC), que finaliza este viernes en Ciudad de Panamá tras tres jornadas. Esta cita ha reunido a delegados de casi una veintena de países para discutir “las líneas de acción en torno a la pesca y la acuicultura para poder fortalecer la sostenibilidad de estos sectores para los próximos dos años”, explica Villanueva. “Muchas veces vamos al supermercado o a los restaurantes y los productos de la pesca son básicamente considerados productos de temporada para la Cuaresma, por ejemplo, o productos de alto valor, de lujo”, reconoce el funcionario. Se está ante un efecto de oferta-demanda que se puede enfrentar logrando “cadenas (de producción) cortas, lo que puede hacer que el precio de los productos pesqueros y acuícolas se reduzca significativamente, pero también se requiere una reeducación de la gente”. “Hay que empezar a variar el consumo de pescados y mariscos y salir de lo que consumimos tradicionalmente. Si podemos hacer esto, indudablemente los costos para las personas serían mucho menores y pudieran acceder a productos pesqueros y acuícolas más asequibles”. La FAO recuerda que existe una gran diversidad de especies marinas y que unas 3.175 de ellas son consumidas globalmente, lo que ofrece opciones para diversos entornos, culturas y condiciones climáticas. Para elevar la oferta de productos acuáticos, Villanueva destaca el rol “sumamente importante de la acuicultura, un sector subexplotado que tiene un alto potencial de crecimiento en América Latina y el Caribe por la cantidad de cuerpos de agua” con que cuenta la región. “Deberíamos empezar a ver cómo promover más la incorporación de la acuicultura en las prácticas o en las zonas rurales, incluso en las cercanías de las zonas urbanas”, dice el funcionario de FAO. En ese sentido, explica, la FAO desarrolla en Centroamérica algunos programas de fortalecimiento de capacidades en las zonas altas para la producción de trucha, por ejemplo, mientras que pronto se lanzará “un programa sobre la producción de especies amazónicas que va a beneficiar a los países de América del Sur”. Los alimentos acuáticos son esenciales en la lucha contra el hambre debido a su alta densidad nutricional, pues son ricos en proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega-3, vitaminas D y B12, y minerales esenciales como hierro, zinc y yodo. Pero “hay un punto muy importante y es que existe esa sensación de que el pescado no llena como otro tipo de proteínas, cuando en realidad eso es por las propiedades que tiene, que permiten su fácil y rápida digestión y absorción de nutrientes”, comenta Villanueva. Es así que “muchas veces nos dicen ‘es que la pancita de los niños no está llena y se sienten insatisfechos” cuando comen pescado, “pero no es eso. Ellos están recibiendo, en realidad, todos los nutrientes, muchas veces muchos más nutrientes, con menores porciones”.

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