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Cuando el juez Arun Subramanian le cuestionó, de manera retórica, si deseaba regresar a la tristemente célebre prisión de Brooklyn donde ha estado detenido desde septiembre de 2024, negó con la cabeza.
Con la mirada dirigida hacia el techo y las manos entrelazadas como en una plegaria, el magnate musical Sean “Diddy” Combs no ocultó su felicidad al escuchar al portavoz del jurado que fue absuelto de los cargos que podrían haberle llevado a cadena perpetua.
El fundador de la discográfica Bad Boy Récords, de 55 años, fue declarado culpable el miércoles de dos cargos menores relacionados con la trata de personas con fines de prostitución, sancionables con hasta 10 años de cárcel cada uno, pero exculpado de asociación delictuosa y tráfico sexual.
Una victoria para su equipo legal. A la abogada defensora Teny Geragos se le humedecieron los ojos antes de que el portavoz del jurado terminara de leer el veredicto completo, mientras tomaba la mano de Combs. Después se fundió en un abrazo con Marc Agnifilo, otro de sus abogados.
Combs, a quien se ha visto en el juzgado leyendo libros como “El poder del pensamiento positivo”, se contuvo mientras el juez agradecía a los miembros del jurado, pero al final de la lectura, se giró hacia su familia, que le ha brindado apoyo durante todo el juicio y murmuró jubiloso: “me voy a casa”.
Cuando el juez Arun Subramanian le preguntó retóricamente si quería o no volver a la infame prisión de Brooklyn donde está recluido desde septiembre de 2024, negó con la cabeza.
Los abogados y la fiscalía presentaron sus argumentos a favor y en contra de que aguarde la eventual sentencia en libertad. Los abogados de Combs propusieron una fianza de un millón de dólares y la entrega de su pasaporte. La audiencia en la que el juez decidirá si lo libera o no, está prevista para el final de la tarde del miércoles.
Para la familia, en particular su madre y sus hijos, fue un momento de alegría a pesar de tener que presenciar durante casi dos meses de juicio desgarradores testimonios de mujeres que afirmaron que Combs abusó de ellas y las forzó a orgías sexuales extenuantes con otros hombres.
Los detalles fueron a menudo intolerables, al igual que las pruebas fotográficas y de vídeo de las brutales palizas a las que las sometió un iracundo Combs.
La defensa nunca negó la violencia ni las relaciones sexuales, encuentros que, según los fiscales, cumplían con los criterios de delitos como el tráfico sexual, los trabajos forzados y la distribución de drogas.
Combs dirigió una organización criminal de empleados leales que le ayudaron a llevar a cabo esos delitos y muchos otros con impunidad, según la fiscalía.
La defensa negó, e incluso se burló, de esas acusaciones.
Y el jurado, integrado por ocho hombres y cuatro mujeres, se puso de su parte.
Fue un duro golpe para las fiscales que parecían desanimadas a la salida de la sala mientras continuaban las celebraciones de la defensa.
En el exterior del tribunal, en el sur de Manhattan, seguidores de Combs junto con influencers y creadores de contenido se aglomeraron con la esperanza de verlo salir libre.
En un cambio de contexto político y social desde que en 2017 surgió el movimiento MeToo que abrió la puerta a las denuncias por abuso sexual de muchas mujeres, la fiscalía emitió un comunicado no exento de preocupación.
“Los delitos sexuales dejan profundas cicatrices en las víctimas, y la inquietante realidad es que (…) están demasiado presentes en muchos aspectos de nuestra sociedad”.
“Las víctimas soportan desgarradores abusos físicos y mentales, que provocan traumas duraderos”, prosigue el comunicado, en el que señala que “hemos priorizado un enfoque centrado en la víctima para investigar y enjuiciar estos casos”.