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El líder espiritual tibetano salió de su hogar en la ciudad india de Dharamsala en una caravana de diez vehículos de seguridad, junto con otros monjes. Desde este lugar de refugiados tibetanos, el líder budista fue trasladado a Leh, capital de Ladakh, en un avión de la Fuerza Aérea India.
Las autoridades han implementado un despliegue para la protección “Z-plus”, el máximo nivel de seguridad en India, durante toda su visita, según confirmaron fuentes oficiales.
Su llegada a Leh fue celebrada por miles de devotos, monjes y lugareños que se alinearon en las carreteras desde el aeropuerto hasta su residencia en Shewatsel Phodrang, en una masiva muestra de devoción.
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Antes de partir, el dalái lama enmarcó el viaje en su mensaje de “compasión y bondad”, asegurando que la práctica de estos valores es el “mejor regalo de cumpleaños” que sus seguidores pueden ofrecerle.
La agenda religiosa incluye enseñanzas públicas sobre “Las Treinta y Siete Práctticas de un Bodhisattva” a finales de julio y un viaje a la remota región de Zanskar, indicó a EFE la Oficina de Su Santidad.
Además, la visita amenaza con convertirse en una causa de fricción geopolítica. Ladakh es una región fronteriza con el Tíbet controlado por China, donde India y el gigante asiático han mantenido enfrentamientos militares.
La presencia del dalái lama en este territorio, facilitada por las autoridades indias, es interpretada como un rechazo simbólico de Nueva Delhi a la narrativa de Pekín, que lo considera un “separatista” sin legitimidad, y una afirmación indirecta de la soberanía india en la zona.
El pasado 2 de julio, el dalái lama anunció la continuidad de su linaje, y con ello su sucesión, y que su fideicomiso, el Gaden Phodrang, tiene la “autoridad exclusiva para reconocer” la futura reencarnación.
Esta declaración es un desafío directo a la “Orden Nº 5” de China, una ley que exige que la reencarnación de figuras religiosas como el dalái lama sea aprobada por el Gobierno del Partido Comunista Chino (PCC).
El líder budista, que es para los creyentes una reencarnación de Buda, vaticinó hace una semana que espera vivir “más de 130 años”, extendiendo así la esperanza de su comunidad y el apoyo a su plan frente a Pekín.
India mantiene oficialmente una postura de neutralidad, afirmando que no interviene en asuntos religiosos; la acogida en India, así como permitir el uso de seguridad o aeronaves oficiales, es una forma de apoyo informal frente a China.
La cuestión se ha internacionalizado, especialmente desde que Estados Unidos aprobó la Ley de Política y Apoyo al Tíbet, que amenaza con sanciones a cualquier funcionario chino que interfiera en el proceso de sucesión.
Esto asegura que, cuando llegue el momento, la elección del 15º dalái lama será un punto de inflamación internacional. El escenario más probable sería la existencia, por primera vez, de dos dalái lamas: uno reconocido por la tradición tibetana desde India y otro designado e impuesto por Pekín.
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