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CHICAGO (AP). — Jueces federales de inmigración cesados por el gobierno del presidente Donald Trump han comenzado a apelar, entablar demandas y a expresarse públicamente, en una inusual campaña de contraataque.
Más de 50 jueces de inmigración — desde altos cargos hasta nuevos nombramientos — han sido despedidos desde que Trump asumió la presidencia por segunda vez. Por lo general obligados por el protocolo de la sala, muchos hablan sin tapujos, describiendo despidos que consideran ilegales.
Entre las supuestas razones mencionan discriminación de género, decisiones en casos de inmigración relevantes para el gobierno de Trump, e incluso un recorrido por el tribunal con el segundo demócrata más influyente del Senado.
“Me importaba mi trabajo y era muy buena en él”, declaró esta semana Jennifer Peyton, una exjueza supervisora, a The Associated Press. “Esa carta que recibí, las tres frases, no explicaban ningún motivo para mi despido”.
El presidente Donald Trump jugó golf ayer en un campo en la costa de Escocia, mientras manifestantes en todo el país salían a las calles para protestar contra su visita y acusar a los líderes del Reino Unido de complacer a los estadounidenses.
Trump y su hijo Eric jugaron con el embajador estadounidense en Reino Unido, Warren Stephens, cerca de Turnberry, un campo histórico propiedad de empresas de la familia.
De manera simultánea, cientos de manifestantes se reunieron frente al Consulado de Estados Unidos a unos 160 kilómetros de Edimburgo. Oradores en un escenario improvisado dijeron a la multitud que Trump no era bienvenido y criticaron al primer ministro británico Keir Starmer por haber firmado un reciente acuerdo comercial para evitar fuertes aranceles estadounidenses.
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