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En muchas comunidades rurales, la migración o la intención de emigrar surge de la percepción de pocas oportunidades de progreso.
Santo Domingo.- La carencia de trabajo y opciones de mejora es la causa principal de emigración de dominicanos desde las áreas rurales hacia las ciudades, según un estudio del Instituto Nacional de Migración (INM).
Esto se debe, en gran medida, a que las actividades agrícolas más comunes suelen estar mal pagadas, exigen largas horas de trabajo y no permiten alcanzar el nivel de vida deseado.
Así lo constatan el estudio De Baní a Boston: Construyendo comunidad a través de fronteras, de Levitt (2001), y una investigación reciente de Valdez y Bartolomé (2023).
Esta dinámica también se observa en la actual composición de la fuerza laboral rural. En provincias como Barahona, San Juan y Valverde, la mayor parte de los trabajadores en los cultivos agrícolas principales son de nacionalidad haitiana, según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENAGROT 2022).
Aunque usualmente se asocia la migración a efectos negativos, diversos estudios resaltan también sus impactos positivos.
Entre ellos se encuentran la creación de asociaciones comunitarias, el establecimiento de negocios, las remesas, las donaciones y la participación política de los emigrantes, factores que pueden ayudar al desarrollo de sus lugares de origen.
Desde otra perspectiva, al analizar la pobreza general como factor determinante de la migración interna, se observa una tendencia a la convergencia entre los niveles de pobreza urbana y rural. No obstante, la pobreza sigue siendo consistentemente mayor en las zonas rurales.
Esta situación se hace evidente con mayor claridad al examinar la evolución de varios indicadores de la Encuesta Nacional de Hogares (ENHOGAR) entre 2005 y 2022. Por ejemplo, la proporción de viviendas rurales construidas en concreto aumentó de un 52.1 % en 2005 a un 63.9 % en 2022. Simultáneamente, el uso de techos de zinc disminuyó de un 81.8 % a un 75.2 % en ese mismo período.
En cuanto al tipo de suelo, las viviendas con piso de tierra se redujeron del 7.6 % al 4.2 %. Estas mejoras también se reflejan en indicadores relacionados con el acceso al agua potable, servicios sanitarios, energía eléctrica y otras condiciones básicas, mostrando avances en la calidad de vida rural, aunque persisten importantes retos estructurales.
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