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Los difuntos también tienen su precio, la lucha por sepultar a los seres queridos en Haití

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Es el caso del Gran Cementerio de Puerto Príncipe, fundado hace más de 250 años, y hoy bajo el control de las bandas.

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Ministerio de Obras Publicas

Las puertas de metal de las funerarias están cerradas, los “corbillards” ya no circulan, y el silencio se rompe solo por el paso esporádico de una ambulancia que se esconde en callejuelas cercanas para evitar miradas acusadoras.”Desde febrero de 2024 no hemos podido trabajar. Los ataques armados destrozaron nuestras oficinas”, relata el responsable de una funeraria en la calle Fleury Battier.Para los entierros, las funerarias deben comunicarse con el grupo armado que controla el cementerio si se quiere evitar un incidente el día del funeral. Es el caso del Gran Cementerio de Puerto Príncipe, fundado hace más de 250 años, y hoy bajo el control de las bandas.”El ayuntamiento ya no cobra tasas. Todo se paga a los grupos armados. Hasta 2.000 gourdes (15 dólares) solo por entrar con el cuerpo”, asegura el mismo responsable de la funeraria que no revela su identidad por temor.Los rituales tradicionales, la música y los familiares en procesión han desaparecido. “Solo dos personas pueden acompañar el ataúd. Todo lo demás es demasiado peligroso”, agrega. “Pagamos por enterrar”- historias de dolor Mireille, una mujer de 52 años, cuenta con voz baja la historia de su madre fallecida en enero de 2025, por cuyo entierro tuvieron que pagar 50.000 gourdes (318 dólares).”Las bandas no solo controlan los cementerios, también han impuesto peajes ilegales en las rutas de acceso, por los que se pueden llegar a pagar 15.000 gourdes (114 dólares) para pasar.Puedes leer: Cementerio de Puerto Príncipe, otra víctima más de la crisis en HaitíLa socióloga Erika Louvert, experta en dinámicas urbanas de la región, afirma que esta situación “no solo es una expresión del colapso del Estado, también redefine la forma en que las familias se relacionan con sus difuntos. El duelo se ha vuelto clandestino”.El deterioro del sistema funerario también se refleja en las morgues donde cientos de cuerpos esperan sepultura.En muchos casos, no hay familiares que los reclamen, ya sea por desplazamiento forzado o por falta de recursos. La descomposición avanza rápidamente debido a los cortes constantes de electricidad.”Sin refrigeración, los cuerpos empiezan a pudrirse en cuestión de horas. No damos abasto”, relata Joseph Bernard, dueño de una funeraria en Croix-des-Bouquets. “Hay cadáveres aquí desde hace más de tres meses. Nadie viene a buscarlos porque no pueden pagar ni el ataúd”.Las funerarias han improvisado depósitos en garajes o contenedores, y muchas veces solo cubren los cuerpos con mantas térmicas de emergencia. La falta de condiciones mínimas también representa un riesgo sanitario.Médicos locales advierten del peligro de brotes infecciosos si no se gestionan adecuadamente los cuerpos sin sepultura.Desde diciembre de 2024, el número de ataques contra la población civil ha aumentado en un 24%.La violencia que hasta ahora parecía limitada a la capital, Puerto Príncipe, se ha extendido a otros departamentos, como Centro y Artibonite, convirtiéndose en un fenómeno que afecta a todo el país. Sin ir más lejos, solo en el departamento del norte la cifra de desplazados internos ha aumentado un 80%.A esto se suma la absoluta escasez de servicios básicos, entre los cuales se incluye la asistencia sanitaria, la educación o el acceso al agua potable. La Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) ha registrado en la primera mitad de este año un total de 4.026 asesinatos.Además, el número de desplazados por la violencia de las bandas criminales alcanza ya los 1,3 millones, una cifra que sextuplica la de 2022, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.

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