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El miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Osiris Mota, criticó que, a pesar de tener por años mayoría en el Congreso, control del Estado y apoyo popular, la organización política no consiguiera las reformas estructurales que prometió para transformar el país.
En una carta pública, Mota afirmó que los grandes proyectos sociales “se quedaron a medio camino” o fueron sacrificados ante los intereses de grupos, élites económicas y acuerdos políticos que acabaron debilitando lo público y fortaleciendo lo privado.
El dirigente peledeísta hizo un llamado a la autocrítica interna, instando al PLD a reconstruirse no solo en términos organizativos, sino también en valores, prácticas y compromiso real con la gente.
Consideró que es urgente desterrar el clientelismo, el favoritismo y la lucha por puestos para recuperar la confianza ciudadana, al tiempo que planteó la necesidad de conformar un frente opositor contra lo que calificó como el “colapso total de la nación” bajo la actual administración del presidente Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Durante décadas, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fue depositario de la esperanza de transformación de una nación marcada por la desigualdad, la exclusión y la corrupción institucional. Con mayoría en el Congreso, control del Estado y apoyo popular, el PLD tuvo en sus manos las condiciones ideales para desmantelar viejos esquemas y construir un país donde el bien común estuviera por encima de los intereses particulares y de grupo que hoy dominan el escenario.
Pero hoy, con honestidad y sin afán de ofender, debemos decir que esa transformación estructural, a mi entender no se logró. Los grandes proyectos sociales se quedaron a medio camino o se sacrificaron ante los intereses de grupos, élites económicas o acuerdos políticos que terminaron protegiendo lo privado y debilitando lo público. No se construyó una ciudadanía empoderada ni un sistema institucional fuerte; se alimentó, más bien, una cultura clientelar y una administración del poder centrada en beneficios coyunturales, lo que debemos tener pendiente para la transformación, y ajustar la institución a los ideales del fundador Juan Bosch.
A los militantes que aún creen en los ideales de Juan Bosch, esta es una invitación a la autocrítica sincera. No es posible renovar la fe del pueblo si no se reconoce el error de haber permitido que lo particular se impusiera al interés colectivo. A los miembros del Comité Político, les corresponde algo más profundo que reestructurar candidaturas: deben responder ante la historia por las oportunidades perdidas y preguntarse qué papel quieren jugar en lo que viene.
El país necesita partidos capaces de defender el bien común con coherencia, valentía y visión de futuro. Y para eso, el PLD debe reconstruirse no solo en términos de organización, sino en valores, prácticas y compromiso real con la gente. Enfrentar con valentía las desviaciones y perversiones de la administración actual que nos está quebrando la nación moral y económicamente.
No es tarde para rectificar. Pero no hay tiempo que perder. El pueblo ya no se traga promesas: exige acciones, transparencia y justicia social. Si el PLD quiere volver a ser opción de poder, debe volver a ser opción de dignidad.
Debemos desterrar los intereses de grupos internos, la lucha por puestos y favoritismos y gestionarnos con transparencia para ganar la confianza de todos. El PLD tiene toda la moral y condiciones para exigir a la nación, UN FRENTE OPOSITOR contra el colapso total de la nación a la que nos está arrastrando la administración del PRM y Luis Abinader como presidente.
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