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¿A qué se debe que percibamos el tiempo transcurriendo tan rápido?

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Alguna vez has volteado la mirada al pasado y sentido que los años se desvanecieron como por arte de magia?…

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

¿Alguna vez has volteado la mirada al pasado y sentido que los años se desvanecieron como por arte de magia? No eres el único. Muchos notamos que, con el paso de los años, nuestra percepción del tiempo se modifica.

Los días y los años parecen volar, haciéndonos cuestionarnos qué ha cambiado. ¿Se debe solo a nuestras agitadas vidas o a algo más profundo en nuestro cerebro?

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Los científicos de la revista científica EARTH están investigando este antiguo misterio para desentrañar por qué sentimos que el tiempo corre en nuestra contra.

Desde los cambios en la forma en que nuestra mente procesa la información hasta las rutinas que configuran nuestra vida diaria, hay mucho que ocurre tras las cortinas.

Adrian Bejan, investigador de la Universidad de Duke con décadas de experiencia, ofrece una perspectiva fascinante sobre este fenómeno.

Sugiere que nuestra percepción del tiempo cambia debido a alteraciones físicas en nuestro cerebro y cuerpo a medida que envejecemos.

Según Bejan, existe una diferencia entre el tiempo medible por el reloj y el tiempo percibido por nuestra mente.

“El tiempo medible por el reloj no es lo mismo que el tiempo percibido por la mente humana. El tiempo mental es una secuencia de imágenes, es decir, reflejos de la naturaleza que se alimentan de estímulos de los órganos sensoriales”, explicó.

En términos más sencillos, nuestro cerebro procesa una serie de imágenes mentales basadas en lo que vemos, oímos y experimentamos.

Cuando somos jóvenes, nuestro cerebro recibe y procesa estas imágenes con mayor rapidez. A medida que envejecemos, este procesamiento se ralentiza debido a cambios físicos como la degradación de las vías neuronales.

Cindy Lustig, profesora de psicología de la Universidad de Michigan, ofrece otra perspectiva. Señala que, a medida que envejecemos, nuestras vidas suelen volverse más rutinarias.

“Cuando envejecemos, solemos tener vidas más estructuradas en torno a rutinas y menos eventos importantes que usamos para delimitar las diferentes épocas de nuestra vida”, afirma Lustig.

Con menos experiencias nuevas, nuestro cerebro agrupa días y semanas similares. Esto puede hacer que el tiempo parezca pasar más rápido porque hay menos eventos memorables que distingan un período de otro.

En la era digital actual, el uso excesivo de las redes sociales también puede distorsionar nuestra percepción del tiempo. Cuando nos sumergimos en nuestras aplicaciones favoritas, nos encontramos con un flujo interminable de publicaciones, videos y actualizaciones que estimulan continuamente nuestros sentidos.

Esta interacción constante puede hacer que los minutos se conviertan en horas sin que nos demos cuenta. El diseño de estas plataformas a menudo fomenta el uso prolongado mediante funciones como el desplazamiento infinito y la reproducción automática de videos, lo que puede atraparnos en un bucle donde perdemos la noción del tiempo transcurrido.

Además, el uso excesivo de las redes sociales puede provocar falta de sueño, especialmente cuando nos quedamos despiertos hasta tarde revisando nuestras publicaciones.

La falta de sueño adecuado afecta nuestras funciones cognitivas, lo que nos dificulta procesar la información de manera eficiente. Esto puede alterar aún más nuestra percepción del tiempo, haciendo que los días parezcan más cortos y menos memorables.

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