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Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribe profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.
Hoy es difícil concebir un ordenador o un móvil sin cámara, pero la primera webcam del mundo tuvo un origen muy diferente al que solemos imaginar. Lejos de ser utilizada para videollamadas o seguridad, se creó para vigilar algo mucho más común, una cafetera en la Universidad de Cambridge. La idea surgió a principios de los años 90, cuando un grupo de investigadores trabajaba en el laboratorio de informática y compartía una única cafetera. El problema era que estaba en una sala separada, y muchos caminaban hasta allí solo para descubrir que el café se había acabado.
Hartos de esas pérdidas de tiempo, los científicos idearon un sistema para controlar el estado de la cafetera sin tener que levantarse ni ir a esa sala. Conectaron una cámara a un ordenador y programaron un software que transmitía una imagen fija de la cafetera a la red local cada pocos segundos. De esta manera, desde sus puestos podían verificar si quedaba café o si merecía la pena ir a llenar la taza.
Al principio, la imagen se compartía solo dentro del laboratorio. Era en blanco y negro, con una resolución muy baja, pero suficiente para distinguir si la jarra estaba vacía o llena. Aquella cámara rudimentaria se convirtió en la primera webcam del mundo, aunque nadie podía sospechar que acabaría marcando tendencia.
Con la llegada de Internet, los responsables del laboratorio decidieron conectar la señal de la cámara a la red. Lo que empezó como un invento interno para ahorrar tiempo pronto llamó la atención de usuarios de todo el mundo, que podían observar en tiempo real si la cafetera de Cambridge tenía café.
Durante años, miles de curiosos entraban a ver aquella transmisión que no mostraba personas, solo una humilde cafetera que pasaba a ser parte de la historia tecnológica. Finalmente, en agosto de 2001, la cámara fue apagada y la cafetera subastada por algo más de 4000 euros, convirtiéndose en un objeto de culto para los nostálgicos de Internet.
La historia de la primera webcam del mundo demuestra cómo muchas innovaciones tecnológicas nacen de la necesidad y de problemas tan sencillos como comprobar si queda café. Hoy las usamos para comunicarnos, trabajar a distancia, retransmitir eventos o vigilar hogares, pero todo empezó con una cafetera en Cambridge. Si la pandemia puso las webcams en el punto de mira, hay que mirar atrás y recordar esta divertida historia en una mañana dominical como esta.
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