Salud

Con solo 40 minutos de actividad física diaria, se produce una transformación en tu intestino y en tu cerebro

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Una práctica moderada, constante y adaptada a cada individuo puede ser más efectiva tanto para el cuerpo como para el cerebro", afirma Trejo en un comunicado del CNC-CSIC.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Un equipo de investigadores del Centro de Neurociencias Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha mostrado en ratones que el ejercicio y la actividad física incrementan la variedad de bacterias que residen en el intestino, la microbiota.

El estudio, divulgado en la revista eBioMedicine del grupo The Lancet, abre caminos para desarrollar futuras terapias basadas en la microbiota frente a las enfermedades neurodegenerativas y a los trastornos cognitivos.

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Los investigadores constataron que estos cambios en la microbiota intestinal modulan en gran medida los efectos del ejercicio físico en el cerebro, y mejoran el rendimiento cognitivo, la discriminación espacial y el desarrollo de nuevas neuronas en el hipocampo, una región clave en la memoria y el aprendizaje.

“Si bien sabíamos desde hace tiempo que el ejercicio regular beneficia la salud cerebral, desconocíamos el rol específico de la microbiota intestinal en este proceso, nuestro modelo experimental nos ha permitido verificarlo”, explica José Luis Trejo, investigador del Centro de Neurociencias Cajal (CNC-CSIC) y coordinador del estudio.

Esos beneficios cognitivos dependen del ejercicio físico, pero sobre todo, de que este se practique de forma moderada, ya que un aumento excesivo de la intensidad o duración hace que pierda su eficacia, señalan los autores.

“Existe un punto óptimo de ejercicio a partir del cual se obtienen beneficios, y exceder esa dosis puede no solo no ayudar, sino también impedir esas mejoras”, destaca Elisa Cintado, investigadora del CNC-CSIC y primera autora del estudio.

A pesar de que los experimentos se han llevado a cabo en modelos animales, los resultados plantean “implicaciones relevantes para la salud humana”, señalan los autores, ya que “respaldan la idea de que el impacto del ejercicio en el cerebro depende del tipo, duración e intensidad del mismo, y que personalizar el ejercicio físico según las características fisiológicas y microbianas del individuo puede maximizar sus beneficios”.

“Deberíamos reconsiderar la idea de que más ejercicio siempre es mejor. Una práctica moderada, constante y adaptada a cada individuo puede ser más efectiva tanto para el cuerpo como para el cerebro”, afirma Trejo en un comunicado del CNC-CSIC.

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