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Crimen, estupefacientes, violencia y sexo son las palabras clave para crear la rima perfecta que contagia a miles de jóvenes que escuchan temas musicales como el dembow, rap y reguetón. Para muchos, estas letras pueden ser obscenas, ofensivas y repudiables, sin embargo, reflejan la cruda realidad social que viven miles de jóvenes en República Dominicana. Tal es el caso de la calle 42 del sector Capotillo, un populoso sector del país que ha trascendido a nivel internacional debido a que se ha convertido en un santuario, la meca para muchos jóvenes principiantes que desean incursionar en la música urbana. Además de las famosas fiestas conocidas como “teteos”.
El sociólogo Wilson Castillo explicó que los temas musicales creados en esta zona son “una expresión de su forma de vida donde se expresan sus luchas de reconocimiento, como también sus críticas y frustraciones”. “Para bien o para mal, la música urbana influye de manera significativa en los jóvenes. En particular de los jóvenes de los barrios populares que encuentran en este tipo de música una forma de reconocimiento y expresión”, indicó.
De la misma opinión es el académico en sociología, Juan Leonel Brito, quien dijo que esta composición influye “de manera decisiva en los jóvenes, porque la música no es solamente un género ni un ritmo sino su medio de expresión”. “Esto incide de manera significativa porque también se convierte en un espacio de encuentro e identidad con otras personas a las cuales tienen características similares y se convierten en referente”, argumentó.
“La lírica o las letras de la música urbana, es también una expresión de las formas de vida de estos sectores. Esas letras explícitas sobre la sexualidad, la droga, son parte de la transgresión y resistencia de los jóvenes a someterse a ese lenguaje formal, a una lírica romántica propia de la anterior generación”, puntualizó Castillo. Mientras que el analista social Brito consideró “que lo que nos debe llamar la atención es cómo ha cambiado la conducta sexual de los y las jóvenes en la República Dominicana, porque esto es lo que se refleja en esas canciones”.
“Al final, la música urbana se convierte como en el principal blanco de ataque, pero cuando nosotros vemos otros contenidos que se reproducen, sobre todo en las redes sociales, tratan temas que son los mismos que se pronuncian en la música urbana”, añadió.
A consideración de Wilson Castillo, la música urbana es solo un medio que puede utilizarse tanto para reforzar estereotipos nocivos como para denunciar injusticias sociales y visibilizar la desigualdad. “Algunos cantantes exaltan los carros de marca, los tatuajes, los piercings, la sexualidad des institucionalizada como forma y medio de impactar, conectar con los jóvenes y obtener reconocimiento en la industria de la música”. Sin embargo, otros recrean el mundo de las drogas y la violencia barrial, llegando incluso a normalizar conductas violentas como mecanismo de respeto y reconocimiento en sectores populares.
Sobre el libro “Sociología de la Juventud Dominicana” Para comprender estos y otros comportamientos de los jóvenes como actores sociales hoy día. Los sociólogos Wilson Castillo y Juan Leonel Brito han puesto a circular el libro “Sociología de la Juventud Dominicana”.
“La obra abarca el tema del empleo, la sexualidad, cómo se construyen los nuevos ideales de belleza, todos los cambios y los nuevos roles que ha asumido la mujer dominicana, también el tema de la cultura fitness”, aclaró Brito. Castillo reveló que dentro de sus motivaciones para realizarlo fue su preocupación por esa población ya que “son los que reciben de manera más profunda las consecuencias de los cambios sociales”. Otros de los puntos de este grupo es que “en la sociedad, siempre aparecen como ignorantes, que sólo se interesan por el consumo, las modas, las fiestas, teteos, los tatuajes, que son ajenos a las actividades políticas, es decir, los jóvenes aparecen como los responsables del malestar de la sociedad dominicana y, quería cambiar esa percepción”, concluyó.
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