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Dado el aumento de patologías como el Alzheimer, es crucial identificar los primeros indicios que puedan advertirnos para actuar a tiempo, ya sea en nuestro caso o en el de algún ser querido.
La doctora Zeidy Parra, experta en geriatría y gerontología, señala, por ejemplo, que la pérdida de memoria no corresponde a la “olvidanza” típica de la edad, en la que puedes olvidar un nombre y, con un pequeño esfuerzo, recordarlo poco después; sino a dificultades para asimilar información nueva, lo que lleva a que la persona olvide sucesos recientes.
Otro señalamiento es la tendencia a formular la misma pregunta en repetidas ocasiones, o la imposibilidad de retener información fresca en la mente.
Añade que también aparecen problemas ligados al lenguaje, como la dificultad para nombrar objetos; la fluidez verbal disminuye, la conversación se vuelve más escasa y las palabras se escapan con mayor frecuencia.
Los alteraciones de conducta pueden hacer que el paciente se muestre irritable, agresivo, propenso a discusiones y, a veces, presente síntomas encubiertos de depresión; también se observan dificultades para resolver tareas que antes resultaban simples, desorientación, cambios de humor, impaciencia, problemas para conciliar el sueño o despertares nocturnos.
“Frente a estos cambios, el familiar debe mantener la calma y comprender que no es la persona quien actúa así, sino la enfermedad la que genera esas variaciones de comportamiento”, aconseja Parra.
Consecuencias físicas
La gerontóloga, miembro de la Asociación Dominicana de Alzheimer, indica que los efectos físicos son múltiples y, a medida que la enfermedad progresa, el paciente pierde la capacidad para realizar actividades de forma independiente, lo que los especialistas denominan pérdidas funcionales: dificultad para andar, movilizarse o levantarse sin ayuda. Por ello, es fundamental intervenir a tiempo y, de ser necesario, iniciar rehabilitación o fisioterapia.
Afirma que, con el avance del proceso, las complicaciones físicas se intensifican; la inmovilidad genera problemas como incontinencia, úlceras por presión o llagas.
Asimismo, surgen dificultades alimenticias, convirtiendo la nutrición en un verdadero desafío tanto para el enfermo como para su familia. La profesional concluye que, aunque el Alzheimer aún no tiene cura, sí existen medidas que pueden ayudar a prevenir su desarrollo.
En este sentido menciona que “ya se ha comprobado que prestar atención a la pérdida auditiva en la madurez de la vida puede ser clave para evitar la aparición de la enfermedad. Una dieta equilibrada y la actividad física también influyen de manera significativa en la memoria”. Por ejemplo, se ha demostrado que consumir alimentos ultraprocesados afecta negativamente a las neuronas y aumenta el riesgo de enfermedad, mientras que la práctica regular de ejercicio, especialmente los entrenamientos de resistencia desde edades tempranas, resulta esencial para la prevención.
La asociación
La falta de conocimientos y formación adecuada para cuidar a un familiar con esta condición impulsó a Mary Cedano de Guerra a solicitar al médico tratante la creación de una entidad en la República Dominicana que orientara a cuidadores y familiares.
Así nació la Asociación Dominicana de Alzheimer el 29 de septiembre de 1994; desde entonces, mediante charlas, conferencias y talleres, brinda información, capacitación y apoyo a las personas afectadas y a sus seres queridos. Actualmente, Mercedes Bruno ocupa la presidencia y Marisela Bello la vicepresidencia, entre otros cargos. Con motivo del Día Mundial del Alzheimer, celebrado cada 21 de septiembre, la asociación organiza su caminata anual conmemorativa.
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