Hazme conocer, Señor, mi término y la extensión de mis días; que perciba cuán frágil soy", Salmo 39:4.
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“Hazme conocer, Señor, mi término y la extensión de mis días; que perciba cuán frágil soy”, Salmo 39:4.
Contar los años de nuestra vida implica traer sabiduría al corazón. Solo Dios, Creador de la eternidad, dirige nuestro camino con su mano bondadosa.
Nuestros días son breves; somos efímeros. Nuestro paso por este mundo es corto. En verdad, somos polvo, un suspiro del aliento divino.
Este es un salmo intenso de David, el profeta al borde del fin. En esta tierra somos viajeros y extraños. Pero sólo Jesús nos asegura la promesa de una vida sin fin.
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