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La cerveza después del trabajo de este viernes en São Paulo contó con un llamado especial: conmemorar la sentencia de 27 años y tres meses impuesta al expresidente brasileño, Jair Bolsonaro.
Ni la llovizna ni el frío lograron ahuyentar a un centenar de individuos que se congregaron este viernes en una calle desierta de Bixiga, uno de los barrios más emblemáticos del centro de São Paulo, para celebrar la primera ocasión en que Brasil dicta una condena a un exjefe de Estado por intento de golpe de Estado.
Una pancarta que cubría los dos niveles de una antigua casona, con la figura de Bolsonaro entre barrotes, señalaba el arranque de la fiesta que se expandía por toda la vía, con puestos de comida, muñecos hinchables e inclusive venta de playeras temáticas.
El dirigente ultraderechista recibió este jueves, desde su domicilio en Brasilia, la sentencia por encabezar un plan golpista para perpetuarse en el cargo, después de haber sido derrotado en las elecciones de 2022 frente al actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva.
Se trata de un episodio histórico o, según lo describió a EFE Lilian Borges, trabajadora social que asistía a la celebración, un “grito ahogado en la garganta”.
“Creíamos que la sentencia no llegaría, que la impunidad continuaría, que no alcanzaríamos la victoria. Pero la conseguimos”, contestó la mujer, de 43 años, mientras sujetaba un muñeco de Lula con la banda presidencial y una cerveza con la misma mano.
“En este país hemos sufrido tantos intentos, tantas maniobras absurdas para usurpar la democracia y ahora, finalmente, logramos condenar a uno”, manifestó.
Aparte de Bolsonaro, este jueves fueron sentenciados otros siete cómplices, entre los que se encontraban exministros y altos oficiales militares. Por ello Borges celebró que, “por fin”, el país ve a militares en la banca de los acusados.
A diferencia de otras naciones latinoamericanas, Brasil pactó una amnistía con los miembros del régimen militar que gobernó el país entre 1964 y 1985, una mancha que aún provoca tensiones en la esfera social y política.
En los últimos días, las redes sociales brasileñas se polarizaron entre seguidores de Bolsonaro que arremetían contra la Corte Suprema y sectores progresistas que festejaban con memes, canciones y llamadas a diversas celebraciones.
“El mayor ‘sextou’ de los últimos años. Solo Jair (Bolsonaro) no podrá asistir”, invitaba Guilherme Boulos, excandidato a alcalde y figura de la izquierda paulista, a esta celebración.
La publicación del “sextou”, expresión coloquial brasileña para anunciar el fin de semana, se colmó de comentarios exigiendo que ese día se declarara feriado nacional.
Y, aunque era un día laboral como cualquier otro, cuando las oficinas cerraban y la noche caía, la calle se fue colmando de familias, grupos de amigos, ejecutivos con traje y corbata, así como personas más informales con sudaderas y gorras de colores políticos.
Una de las organizadoras, Ana Paula Perles, coordinadora nacional del Movimiento de Trabajadores sin Techo, explicó a EFE que era “imperativo” reunirse para conmemorar que, a diferencia de otras ocasiones, no tuvieron que aguardar a que la historia los juzgara, sino que esta generación es la que “está escribiendo la historia”.
Quien revisaba las redes hallaba celebraciones de este tipo organizadas tanto por entidades sociales y políticas, como por bares y restaurantes tradicionales.
No obstante, desde el lado bolsonarista predominó el silencio.
Entre decenas de publicaciones suplicando al gobierno de EE. UU. que bloquee la sentencia mediante nuevas sanciones o incluso intervenciones militares, surgieron algunas tímidas llamadas a protestar el próximo domingo en la Avenida Paulista, epicentro de las manifestaciones sociales de la ciudad.
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