Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Santo Domingo – Entre montones de desechos, mosquitos, olores desagradables y aguas contaminadas se desarrolla la cotidianidad de cientos de familias que viven a la orilla del río Isabela, en el Distrito Nacional. Allí los niños juegan cerca de charcos grisáceos y los mayores inhalan un aire cargado de basura.
—“Aquí hay muchísimos niños enfermos por eso; hasta los ancianos estamos afectados. Hay de todo. Lo que más golpea son los pequeñitos”, comenta Juan Sánchez, un vecino que observa con impotencia cómo su barrio se transforma en un foco de enfermedades.
Aunque los camiones de la basura circulan varias veces al día, la acumulación de residuos supera cualquier intento de control. Las bolsas se amontonan en las esquinas y terminan arrastradas por el río, que ha dejado de ser un recurso y se ha convertido en un vertedero a cielo abierto.
Darío Jiménez recuerda que antes se organizaban jornadas de limpieza y deshierbe, pero esas actividades quedaron en el olvido. —“Cuando llueve, con el lodo todo se vuelve horrible. El río se desborda y la basura vuelve a nuestras casas”, relata.
A escasos metros del cauce todavía surgen arroyos naturales, aguas claras que en otro contexto serían un atractivo. Niños y adultos los utilizan para refrescarse, pero entre escombros y residuos el paisaje se ha deteriorado. —“Esas corrientes son de lo poco que tiene el barrio. Los niños se divierten allí. Una vez tuvimos que cavar un canal para que el agua fluya y no se desborde, pues inundaba todo el sector”, dice otro habitante.
La contaminación por residuos es más que un problema visual: consiste en la acumulación de desechos sólidos en el agua, el aire y el suelo, lo que degrada los ecosistemas y enferma a la población. Entre plagas, malos olores y riesgos sanitarios, la vida en la ribera del Isabela es una lucha constante por respirar y sobrevivir.
Esta semana el presidente Abinader promulgó el decreto 531‑25, que declara de “alta prioridad” la recuperación y regeneración física, urbana y ambiental de los ríos Ozama e Isabela, afectados por contaminación, urbanización desordenada y asentamientos en zonas de alto riesgo.
La intervención abarcará sectores de Santo Domingo Este como Oxígeno, La Isla, Rivera del Ozama, Las Liles y Canta La Rana; de Santo Domingo Norte como Las Malvinas y La Nueva Barquita; y del Distrito Nacional, incluyendo Capotillo, La Zurza, Gualey y Nuevo Domingo Savio.
Agregar Comentario