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La Agencia Educativa de Texas (TEA) lanzó una iniciativa para revocar las certificaciones docentes de más de 100 maestros de colegios públicos del estado, como represalia por los comentarios que los educadores dejaron en redes sociales después del asesinato de Charlie Kirk, el activista y analista ultraconservador que perdió la vida la semana pasada.
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El gobernador de Texas, Greg Abbott, avaló la medida, reproduciendo un comunicado de la TEA que indica haber recibido alrededor de 180 denuncias contra docentes que supuestamente publicaron o difundieron “contenido inapropiado” en sus perfiles en línea tras el fallecimiento de Kirk.
Mike Morata, comisionado de la TEA, precisó que la agencia abrió una pesquisa formal sobre esos casos.
En caso de que se conste que una persona incitó “a mayor violencia”, se le anul ará su licencia profesional, impidiéndole ejercer como docente en el sistema de escuelas públicas del estado.
Simultáneamente, Morata envió una carta anunciando que todos los educadores texanos que expresaron opiniones sobre el homicidio de Kirk serán investigados.
La Federación Americano‑Texana de Profesores (AFT), sindicato que representa a 66 000 maestros y personal de apoyo en el estado, rechazó rotundamente la medida, tachándola de “cacería de brujas” propia de un gobierno autoritario.
Zeph Capo, presidente de Texas AFT, lamentó que la “purga de funcionarios públicos” haya empezado con los docentes, e instó a los tejanos a alzar la voz para defender su derecho constitucional a opinar sobre asuntos de debate cívico.
Capo denunció que lo que empezó con legisladores usando sus plataformas para atacar a servidores públicos se transformó en una directriz estatal para “cazar y despedir a educadores por las opiniones compartidas en sus cuentas personales de redes sociales”.
En Estados Unidos, país que se promueve como una nación con “libertad de expresión”, la directiva de la TEA se une a una serie de despidos y sanciones que han afectado a profesores de universidades públicas de Texas por motivos ideológicos.
Así, por ejemplo, la Universidad Estatal de Texas despidió a un docente de Historia por “incitar a la violencia política”, y la Universidad Texas A&M despidió a dos miembros de la Facultad de Artes tras controversias sobre “ideología de género”.
Legisladores estatales como Briscoe Cain y Hillary Hickland usaron plataformas como X para señalar a maestros, exigiendo sus despidos, y el representante Brian Harrison lanzó una campaña de descrédito en línea contra un profesor de Texas A&M por reconocer a personas LGBTQ+.
Adam Goldstein, de la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión, advirtió que intentar “pintar a todos con el mismo pincel” es un síntoma característico de la “cultura de la cancelación”, término acuñado por conservadores pero que ahora el presidente Trump y su administración han adoptado desde la derecha.
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