Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
La interrupción de la emisión en EE. UU. del presentador Jimmy Kimmel ha generado debates que evidencian una gran confusión acerca de lo que constituye censura.
Criterio, consecuencias y censura no son equivalentes. La censura implica una previa restricción a la publicación y solo puede considerarse legal y legítima cuando la ejerce el propietario o responsable del medio.
Explotar la libertad de expresión en detrimento de derechos de terceros puede acarrear repercusiones, entre ellas responsabilidad civil y penal. El criterio corresponde a la capacidad que tiene el editor o «publisher» para decidir qué publicar o excluir en su plataforma.
En el caso de Kimmel resulta lamentable que la compañía cediera a la presión de la FCC, a diferencia de Jimmy Fallon, quien cotidianamente recibe elogios con el respaldo de NBC en el «Tonight Show». Kimmel ostentaba bajos índices de audiencia y quizá a la empresa le resultara conveniente presentarse como víctima para desprenderse de un talento poco rentable, pero por principios jamás debió ceder a ese chantaje.
Faltó lo que Santana describía como «del aquel», sus gónadas, y lo que en inglés se llama «backbone» o columna vertebral. La FCC está facultada para imponer sanciones económicas por vulgaridades o infracciones a normativas y leyes, pero no puede amenazar con revocar licencias, cuyo otorgamiento está respaldado legalmente y puede ser defendido ante los tribunales.
No hubo censura, pues Kimmel podría trasladar su música a otro canal, lanzar un pódcast rentable o capitalizar su presencia en redes sociales.
La capacidad del Estado para limitar u obstruir opiniones, chascarrillos o vulgaridades en la era de Internet está muy disminuida, gracias a Dios.
La libertad de expresión se ve más amenazada por periodistas, productores, editores o dueños de medios cobardes que por gobernantes tiránicos. También lo sufre una ciudadanía desinformada…
Agregar Comentario