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Chisholm se volvió el tercer neoyorquino en integrarse al club 30-30

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Observaba por la ventanilla trasera de un automóvil atrapado en el tráfico de Boston, viendo cómo el lanzador se preparaba para lanzar.

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Con Jazz Chisholm (30), Aaron Judge (48) y Trent Grisham (33), los Yankees pasaron a formar parte de los únicos equipos de las Grandes Ligas —junto a los Atléticos (Nick Kurtz, Shea Langeliers y Brent Rooker)— que cuentan con tres jugadores que han alcanzado al menos 30 home runs.

Hace más de un año, Chisholm Jr. observaba por la ventanilla trasera de un automóvil atrapado en el tráfico de Boston, viendo cómo el lanzador se preparaba para lanzar. Un nuevo vestuario lo aguardaba, y después de un arranque complicado en su carrera, la idea de un renacer resultaba sumamente atractiva.

Los Yankees le ofrecieron esa oportunidad, y Chisholm asegura que le ha permitido elevar su juego a niveles superiores. El infielder se unió a un club exclusivo el viernes, al batear su cuadragésimo home run y convertirse en el tercer bateador en registrar una temporada 30‑30, en la derrota por 4‑2 del equipo ante los Orioles en Camden Yards.

“Siento que mi trayectoria ha subido al 100 % en muchos aspectos”, declaró Chisholm. “La mentalidad ganadora, el entorno triunfador, la forma en que todos, desde la directiva hasta el cuerpo técnico, buscan la victoria. Así fue como me sentí al crecer en el béisbol, y lo que necesitaba para lograr aún más éxito”.

Chisholm admitió que su “30‑30” sería más valioso si ayudara a los Yankees a superar a los Azulejos en la lucha por el liderazgo de la División Este de la Liga Americana; sin embargo, su desempeño representó el único fuego ofensivo del equipo, limitado a un hit y sin carreras en seis entradas frente al zurdo Trevor Rogers. Los Yankees siguen a tres juegos de los Azulejos, que fueron aplastados 20‑1 por los Reales.

“Estamos trabajando para cerrar la brecha y situarnos en la mejor posición posible de cara a la recta final”, señaló el mánager Aaron Boone. “Esta noche se tornó difícil”.

A lo largo de los años, los Yankees han contado con varios jugadores que combinan poder y velocidad, pero la cifra 30‑30 ha sido escasa en la historia de la franquicia. Bobby Bonds fue el primero en lograrlo, en 1975, su única temporada con el club.

Casi treinta años pasaron antes de que otro neoyorquino igualara la hazaña: Alfonso Soriano alcanzó la marca en 2002 y 2003 de forma consecutiva. Después vino una espera de otras dos décadas, que culminó el viernes cuando Chisholm conectó una línea cortada de Dietrich Enns sobre el muro del jardín derecho para un home run de dos carreras.

“El 30‑30 evoca muchas cosas y, sin duda, se ajusta a sus habilidades”, comentó Boone. “Creo que está marcando la diferencia y evolucionando como jugador”.

Con Chisholm (30), Aaron Judge (48) y Trent Grisham (33), los Yankees se alían a los Atléticos (Nick Kurtz, Shea Langeliers y Brent Rooker) como los únicos clubes de MLB con tres jugadores que han superado los 30 jonrones.

“Ojalá lo hubiéramos hecho con una victoria hoy, pero es genial”, afirmó Chisholm.

Adquirido de los Marlins en julio pasado, justo antes del cierre de la ventana de cambios, Chisholm se ha ganado su uniforme a rayas como la chispa de los Yankees.

Seleccionado para su segundo Juego de las Estrellas esta temporada (y el primero como representante de la Liga Americana), Chisholm es apenas el segundo jugador de Grandes Ligas que ha alcanzado un 30‑30 en lo que va de año, sumándose a su excompañero Juan Soto de los Mets.

Es importante señalar que este logro llegó en una campaña en la que Chisholm se perdió 28 encuentros por una grave distensión oblicua a finales de abril, además de acumular 39 partidos sin robar una base con éxito debido a una persistente lesión en la ingle.

Ese contexto lleva a Chisholm a creer que la temporada actual apenas roza su máximo potencial: con mejor salud, asegura que un 40‑40 está al alcance, algo que ningún Yankee ha conseguido jamás.

“Creo que lo he estado diciendo desde que era novato”, señaló el infielder.

Sin embargo, el entusiasmo característico de Chisholm quedó opacado por la derrota, que se produjo en una noche en la que los Yankees fueron silenciados por Rogers, una muestra del nivel de los lanzadores que podrían definir la recta final de la temporada regular.

Rogers mantuvo a Nueva York sin hits hasta la sexta entrada. El jardinero izquierdo Dylan Beavers realizó un par de jugadas defensivas precisas en ese tramo, entregando bases a Paul Goldschmidt y Aaron Judge.

“No lo presionamos demasiado”, comentó Boone sobre Rogers. “Le subimos la carga. Lo obligamos a trabajar. Evidentemente, nos costó mucho hacerle daño”.

Ryan Mountcastle lanzó un home run en la segunda entrada contra el novato de los Yankees, Will Warren, quien continuó en la contienda hasta que dos errores abrieron la sexta.

Warren falló un roletazo de Jordan Westburg al volver al montículo, y Chisholm intentó un tiro incómodo a primera después de un roletazo de Gunnar Henderson; ambos corredores fueron ponchados y anotaron.

Un hit dentro del cuadro y el doble impulsado por Henderson por la línea del jardín izquierdo contra Tim Hill en la séptima aseguraron la victoria. Los Yankees dejaron a dos corredores en base en la octava y cerraron tranquilamente en la novena, con Chisholm ponchándose ante Keegan Akin para el último out.

“Es algo triste no haber conseguido la victoria esta noche y acercarnos a los Azulejos”, reflexionó Chisholm. “En este momento solo pensamos en una cosa: ganar la división”.

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