Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
OREM, Utah, EE. UU. (AP) — Pasaron veinte años para que la Universidad del Valle de Utah pasara de ser un modesto colegio comunitario a convertirse en la mayor institución educativa del estado, enorgulleciéndose de contar con uno de los campus más seguros del país.
En cuestión de segundos esa reputación se derrumbó con el asesinato del activista conservador Charlie Kirk.
El extenso recinto, que alberga a cerca de 50 000 estudiantes y se extiende al pie de la cordillera Wasatch, quedará marcado para siempre por los hechos del 10 de septiembre, día en que un disparo acabó con la vida del fundador de Turning Point USA mientras se dirigía a una numerosa audiencia en un anfiteatro al aire libre en el corazón del campus.
Hasta ese momento la universidad, prácticamente desconocida fuera de Utah, recibió una atención nacional indeseada mientras se buscaba al asesino de Kirk. Los alumnos y el personal retornaron a clases esta semana, todavía afectados por el dolor, el temor y la ansiedad, y enfrentan una incómoda interrogante: ¿cómo manejar la repentina notoriedad de la UVU?
“Esto puso a la universidad en el mapa y le generó más exposición de la que jamás había tenido”, comentó el especialista en branding Timothy Calkins, profesor de la Universidad Northwestern. “Claramente no buscaban estar en esta situación, pero deben encontrar la forma de recuperarse”.
Los dirigentes de la institución afirman que su prioridad ahora es la seguridad de la comunidad estudiantil, aunque ya están empezando a reflexionar sobre la reconstrucción de la identidad dañada de la escuela.
“Demostraremos nuestra resiliencia”.
Kyle Reyes, uno de los vicepresidentes de la Universidad del Valle de Utah, expresó su deseo de que la institución sirva como ejemplo de sanación y de cómo afrontar conversaciones difíciles.
“Sabemos que todas las miradas están puestas en nosotros y no evitaremos mostrar nuestra fortaleza colectiva en este proceso”, añadió.
Según datos del Departamento de Educación de EE. UU., la UVU había registrado incidentes de violencia mínima durante años. El informe más reciente del campus principal de Orem, que cubre de 2021 a 2023, indica que la policía investigó o recibió denuncias sobre cuatro casos de agresión agravada, trece denuncias de violación, un presunto incendio premeditado y ningún homicidio u homicidio involuntario. El asesinato de Kirk constituye el primer asesinato del que tiene conocimiento la administración, señaló Ellen Treanor, portavoz de la universidad.
Los funcionarios usan estas cifras para respaldar la afirmación de que la UVU es “una de las universidades más seguras del país”.
La UVU también subraya sus estrechos lazos con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, al ser la sede del instituto educativo más grande del mundo para jóvenes mormones. Su mascota es el glotón o carcayú. “Al igual que los glotones, los estudiantes de la UVU son decididos, ambiciosos y valientes”, indica el sitio web institucional.
“Todos seguimos uniéndonos”.
Marjorie Holt, una estudiante de 18 años que cursa educación primaria en la UVU, llegó tarde al mitin de Kirk y se encontraba minutos antes del tiroteo. Tras el disparo, huyó junto a otros alumnos y se refugió en un edificio cercano.
En los días siguientes, Holt se tomó un día libre del trabajo y pasó una noche con su familia en Salt Lake City. Considera que la universidad falló tanto a Kirk como a su familia al no proporcionar una mayor seguridad. Le inquieta asistir a clases en una edificación cercana al lugar del crimen.
Sin embargo, a medida que el asesinato de Kirk profundiza la polarización política del país, Holt percibe que el trauma compartido ha fortalecido los lazos entre los miembros de la UVU.
“Todos somos personas que, ya sabes, lo amaban o lo odiaban”, comentó sobre Kirk. “Seguimos juntándonos, sin importar nuestras creencias, y siento que esto ha unido a nuestra escuela más que nunca”.
De vuelta a clases, pero no a la normalidad
El miércoles, al regresar los estudiantes, informaron que el ambiente en las aulas era más silencioso de lo habitual. Matthew Caldwell, de 24 años, relató que en su clase de historia “parecía como si el profesor fuera más comprensivo con todas las posturas y que, al final, se tratara de compartir esas perspectivas”.
El presidente del cuerpo estudiantil, Kyle Cullimore, instó a sus compañeros el viernes, durante una vigilia, a dejar de etiquetarse mutuamente y a verse como seres humanos, para que la UVU pueda ser “un lugar donde el desacuerdo no anule nuestra dignidad”.
Otras instituciones que se han convertido en sinónimo de tiroteos ofrecen diferentes enfoques para enfrentar sus consecuencias.
La masacre de la escuela secundaria Columbine en 1999 marcó el inicio de una mayor seguridad y entrenamiento para enfrentar situaciones con tiradores en los centros educativos de EE. UU. El mismo día del asesinato de Kirk, esos protocolos fueron puestos a prueba en un tiroteo en la escuela secundaria Evergreen de Colorado, donde dos estudiantes resultaron heridos y el autor se quitó la vida. Al pertenecer al mismo distrito escolar que Columbine, las autoridades atribuyeron la ausencia de más víctimas a los años de preparación y entrenamiento.
Después de los tiroteos en la universidad Virginia Tech en 2007, la escuela primaria Sandy Hook en Connecticut en 2012 y la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Florida en 2019, sobrevivientes y familiares canalizaron su dolor en activismo a favor del control de armas.
En Uvalde, Texas, las autoridades aprobaron la demolición de la escuela primaria Robb tras el tiroteo masivo que dejó 19 estudiantes y dos docentes muertos.
El resto de la historia
En la Universidad Estatal de Kent, donde soldados de la Guardia Nacional mataron a cuatro estudiantes e hirieron a ocho más durante una protesta contra la Guerra de Vietnam en 1970, la profesora Johanna Solomon señaló que, desde entonces, la institución ha asumido su papel como un espacio para la libre expresión de ideas.
Hubo varios obstáculos en el camino. A partir de 1986, la escuela de Ohio empezó a modificar los uniformes deportivos, el escudo y la señalética para destacar “Kent” y colocar “State University” en letras pequeñas debajo, intentando distanciarse del tiroteo. El cambio se abandonó en el 2000, explicó Karen Cunningham, profesora de la Escuela de Estudios de Paz y Conflicto de Kent State, creada en respuesta a los asesinatos de 1970.
“Estoy muy orgullosa de la decisión de la universidad de reconocer que no se trata de olvidar lo ocurrido”, afirmó Solomon. “Los líderes tienen una opción clara tras hechos como este: inclinarse hacia la división o humanizar a las personas y unirlas”.
La semana pasada, mientras los estudiantes de la UVU retomaban las clases, el gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, se reunió con un reducido grupo en el campus. “Ha sido difícil para todos, ¿cierto?”, reconoció. El mundo ahora sólo conoce una cosa de la UVU, señaló, y quiere que se conozca el resto de la historia.
“Este lugar es increíble, y lo es por los estudiantes que están aquí, por el extraordinario personal docente”, dijo Cox. “El mundo necesita urgentemente un cambio, pero no lo encontrará en los políticos. Tiene que venir de ustedes”.
Brown reporta desde Billings, Montana.
Esta crónica fue traducida del inglés por un editor de AP con la asistencia de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
Agregar Comentario