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Hoy, incluso los que no se consideran boricuas, se vuelven boricuas: miles de puertorriqueños cubren las avenidas de Hartford para festejar su visita

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El festival de Hartford es el último de los siete que se celebran en el estado, donde aproximadamente 300 000 residentes son puertorriqueños, lo que representa el 8 % de la población.

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Hartford – El sonido de las sirenas de las patrullas, el retumbar del tambor y la bandera monoestrellada ondeando fueron el telón de fondo este domingo para los 15 000 puertorriqueños que dieron inicio a la Parada Puertorriqueña y al Festival del Coquí en la ciudad, una actividad organizada anualmente por el Instituto de Connecticut para el Desarrollo Comunitario (CICD).

—“Hace que sientas que no estás solo, saber que, aun estando fuera de Puerto Rico, en estos espacios hay gente con un orgullo inmenso por la patria”, comentó emocionada a El Nuevo Día Jarlene Marrero Delfi, maestra que se radicó en Hartford hace tres años.

El festival de Hartford es el último de los siete que se celebran en el estado, donde aproximadamente 300 000 residentes son puertorriqueños, lo que representa el 8 % de la población. En la capital, la presencia cultural es todavía mayor: el 37 % de los habitantes son boricuas, y los gritos de “¡wepa!” resonaron por las calles.

—“Soy de Utuado, y aunque no es lo mismo que estar en el pueblo natal, es un día que nos une y muestra la fuerza de la comunidad puertorriqueña en Connecticut”, afirmó Amilcar Hernández, director de la parada y uno de los dos concejales municipales de origen puertorriqueño.

A diferencia de los demás seis eventos, en Hartford se realiza un desfile con carrozas y automóviles temáticos de la isla, una tradición que solo se repite en dos de las otras ciudades; las restantes se limitan a festivales sin paseos. Los eventos se concentran en zonas con alta densidad boricua: New London, Bridgeport, New Britain, Meriden, New Haven y Waterbury.

Este desfile se desarrolló en un contexto cargado de emotividad para la diáspora, un día después de conmemorar el octavo aniversario del huracán María, que desplazó a 13 000 puertorriqueños a Connecticut, y en medio de la ola cultural impulsada por la presencia mundial de Bad Bunny.

La marcha comenzó en la calle Park, en el barrio histórico puertorriqueño de Frog Hollow, y se extendió durante dos horas hasta el parque Bushnell, donde cientos de asistentes esperaban sentados con sus símbolos puertorriqueños a que iniciara el Festival del Coquí.

En el parque, decenas de puestos ofrecieron comida tradicional y los puertorriqueños disfrutaron de las presentaciones musicales encabezadas por Los Pleneros de la Cresta, acompañados en escena por Moncho Rivera, Henry Aguayo, Alex “El Bizcochito”, Carlos Lunático y Rumba Caliente.

—“Me mudé aquí cuando tenía seis años. Mis padres vinieron en busca de mejores oportunidades, pero a veces extraño mucho la isla; por eso la parada me reconforta, me hace sentir bien que todos nos reunamos”, declaró Jay Méndez Jennings, de 20 años, nacido en Añasco.

Millie Ramos Rivera emigró a los cinco años a Bridgeport. Al conversar con este medio recordó que hacía 11 años que no visitaba la isla y que cuando la nostalgia la invade “se pone a ver fotos y videos”. Ramos también asistió a la celebración, principalmente por la música.

Aunque el evento suele realizarse en junio, esta edición se trasladó a septiembre tras acordar con el ayuntamiento una nueva fecha que permitiera contar con más recursos y personal de seguridad; 110 agentes protegieron la actividad.

—“Esto es un día, pero nos lleva un año organizarlo porque debemos recaudar fondos. El costo estimado para hoy es de $300 000 y requiere una logística enorme, pues implica cerrar casi dos millas de calles en la capital”, explicó el presidente de la parada.

Este año la celebración estuvo dedicada al municipio de Ponce, cuya alcaldesa, Marlese Sifre Rodríguez, acompañó el desfile con un grupo de unos quince vejigantes, íconos festivos del pueblo.

—“Gracias a todos por amar a Puerto Rico dondequiera que estén, representarlo en cada rincón y mantener viva la isla en sus corazones”, manifestó la mandataria municipal.

El padrino de la jornada fue Hernán Lafontaine, primer superintendente puertorriqueño de un distrito escolar en EE. UU. y ex superintendente de las escuelas públicas de Hartford.

—“Hoy hasta los que no son boricuas se convierten en boricuas. Gracias por reunirse en esta gran ocasión y demostrarle a este capitolio —que se alza frente al parque— que estamos vivos; para mí esto es una fantasía”, expresó Lafontaine tras la reciente bautización de una escuela con su nombre.

En el desfile también caminaron juntos el alcalde de la ciudad, Arunan Arulampalam, y el senador principal de Connecticut, Richard Bluementhal.

La celebración puertorriqueña había comenzado el jueves 18, tres días antes de la parada, cuando la comunidad se congregó para izar la bandera puertorriqueña y reconocer a los homenajeados en dos escenarios diferentes: primero frente al ayuntamiento de Hartford y luego ante el Capitolio estatal.

En el izamiento estuvo presente el gobernador de Connecticut, Ned Lamont, cuya madre nació y se crió en San Juan en 1926.

Ambos actos, cargados de simbolismo, sirvieron de antesala para un fin de semana en el que los boricuas reclamaron visibilidad y orgullo.

Las paradas puertorriqueñas en Connecticut se originaron en 1964, la primera en Hartford, como una herramienta política. Fueron concebidas por María Sánchez Banquet, la primera legisladora puertorriqueña del estado, con el objetivo de reunir a una comunidad entonces muy dispersa para apoyar la candidatura, en aquel entonces, de la primera alcaldesa afro‑americana de Hartford.

Sánchez Banquet creía que la cultura sería la vía para impulsar la representación política de los boricuas en la ciudad. Más de sesenta años después, estas celebraciones continúan como un medio para preservar la cultura, la identidad y el compromiso con la educación.

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