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El Vaticano se opone a modificar el estatus especial de Jerusalén

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Naciones Unidas. – El secretario de Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales del Vaticano, el arzobispo Paul Richard Gallagher, declaró este lunes durante su alocución frente a la Asamblea General de la ONU que “cualquier medida unilateral que modifique la condición especial de Jerusalén resulta inaceptable desde el punto de vista moral y jurídico”.

Al dirigirse en nombre del Vaticano, que ostenta la condición de Observador Permanente en la ONU, reiteró la necesidad de “una paz equitativa y duradera entre israelíes y palestinos, sustentada en una solución de dos Estados, conforme al derecho internacional y a las resoluciones de la ONU”. Recordó que León XIV había hecho un llamado contundente al cese de la violencia, demandando la liberación de todos los rehenes, un cese al fuego permanente, el acceso seguro a la asistencia humanitaria y el respeto íntegro del derecho internacional, especialmente en lo que concierne a la protección de la población civil, la prohibición del castigo colectivo y el uso indiscriminado de la fuerza.

Subrayó también que, para la Santa Sede, la cuestión de Jerusalén reviste una importancia crucial: una solución equitativa, sustentada en normas internacionales, es indispensable para la paz. Cualquier medida unilateral que cambie la condición especial de la ciudad resulta inaceptable tanto moral como jurídicamente.

Respecto al conflicto en Ucrania sostuvo que “esta guerra tiene que concluir ahora, no en un futuro indefinido”. Instó a todos los Estados presentes en la ONU a rechazar la “inactividad” y a respaldar de forma concreta cualquier propuesta que abra camino a una paz justa y duradera.

El representante del Vaticano también aludió al “flagelo del narcotráfico, particularmente en América Latina, que está impulsando oleadas de violencia extrema” y solicitó “acciones conjuntas de los Estados para combatir este fenómeno”.

Asimismo, abordó la situación en Nicaragua, expresando la esperanza de que se asegure plenamente la libertad religiosa y demás derechos fundamentales de la población y de la sociedad.

Al cerrar su intervención, Gallagher señaló las “limitaciones y retos” que hoy ponen en entredicho la credibilidad de la ONU e invitó a un “renovado compromiso con su reforma y revitalización, ajustándola a los requerimientos actuales” y a “rezagar la tentación de reemplazar estos programas esenciales por nuevas propuestas” que podrían distorsionar la misión de la ONU y sus cuatro pilares: la promoción de los derechos humanos, la garantía de la paz y la seguridad internacionales, el desarrollo sostenible y el estado de derecho.

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