Salud

7 alimentos que considerabas poco saludables… pero que en realidad deberías incluir en tu dieta

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Durante años, numerosos alimentos han sido descartados de nuestras dietas por costumbre, mitos o temor, bajo la idea de que son “poco saludables”.

Sin embargo, investigaciones recientes, entre ellas estudios de la renombrada Harvard T.H. Chan School of Public Health, indican que varios de estos productos, lejos de ser nocivos, pueden convertirse en aliados para la salud si se ingieren de forma adecuada y dentro de una alimentación equilibrada.

Especialistas del portal Verywell Health han reunido evidencia científica que respalda la inclusión de ciertos alimentos que tradicionalmente han tenido mala reputación, pero que en realidad aportan nutrientes esenciales, practicidad y beneficios comprobados.

Un ejemplo claro son las verduras congeladas. Aunque a menudo se perciben como menos nutritivas que las frescas, investigaciones demuestran que, al ser congeladas en su punto óptimo de maduración, conservan gran parte, e incluso en algunos casos más, de sus vitaminas y minerales.

Su disponibilidad durante todo el año, su menor precio y su conveniencia las convierten en una opción saludable para incorporar vegetales en la dieta diaria sin complicaciones.

El pescado enlatado, por su parte, ha sido objeto de desconfianza por su proceso, pero variedades como sardinas o salmón mantienen ácidos grasos omega‑3, proteínas de alta calidad y otros nutrientes clave.

Según Harvard, su consumo regular puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, sobre todo si se eligen productos bajos en sodio y sin conservantes innecesarios.

Otro alimento que ha atravesado un proceso de “reivindicación” es el café.

Durante mucho tiempo se asoció a efectos negativos por la cafeína, pero estudios recientes, incluido un metaanálisis del National Heart Institute basado en más de 450 000 personas, muestran que el consumo moderado de café (de dos a tres tazas al día) está vinculado a una reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y a una menor mortalidad general.

Tanto el café con cafeína como el descafeinado aportan antioxidantes y compuestos beneficiosos para la salud.

En cuanto a los productos derivados de la soja, persisten mitos relacionados con efectos hormonales o mayor riesgo de cáncer, pero la investigación actual refuta esas creencias.

Harvard señala que no hay evidencia de efectos hormonales adversos en humanos y que, por el contrario, la soja tradicional (como tofu, leche de soja y edamame) es rica en proteínas, grasas saludables e isoflavonas, y puede contribuir a disminuir riesgos cardiovasculares y metabólicos.

Las papas, frecuentemente vinculadas al aumento de peso o a trastornos metabólicos, también pueden ser beneficiosas si se cocinan de manera saludable. Hervidas, al horno o al vapor, son una excelente fuente de fibra, vitamina C, potasio y otros micronutrientes.

Lo que suele generar efectos negativos es la forma de preparación, como la fritura, y los acompañamientos altos en grasa o sodio, no el alimento en sí.

Algo similar ocurre con las palomitas de maíz, o pochoclos. Aunque a menudo se relacionan con grandes cantidades de mantequilla, sal o azúcar, cuando se preparan con aire caliente y sin aditivos se convierten en un snack integral bajo en calorías y rico en fibra.

Según Harvard, pueden ser una opción saludable para controlar el apetito entre comidas, además de aportar antioxidantes naturales.

Finalmente, los huevos, durante décadas desacreditados por su contenido de colesterol, hoy reciben una nueva mirada gracias a la evidencia científica. Un análisis publicado en la revista The BMJ concluyó que el consumo moderado de huevos (hasta uno al día) no incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas en adultos sanos.

De hecho, los huevos aportan proteínas de alta calidad, vitaminas esenciales y antioxidantes como la luteína, importantes para la salud ocular y cerebral.

En conclusión, la ciencia de la nutrición ha demostrado que no se trata de prohibir alimentos, sino de comprenderlos en su contexto.

La clave está en la variedad, el equilibrio y la forma de preparación. Muchos productos que antes fueron evitados pueden ser perfectamente compatibles con una alimentación saludable si se consumen con criterio.

Abandonar los prejuicios alimentarios permite tomar decisiones más informadas y disfrutar de una dieta más diversa, accesible y, sobre todo, sostenible a lo largo del tiempo.

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