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Desconfianza en Haití ante la recién creada fuerza internacional para combatir las pandillas

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La MSS tenía, al principio, como objetivo controlar las vías principales y salvaguardar las infraestructuras clave.

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La MSS tenía, al principio, como objetivo controlar las vías principales y salvaguardar las infraestructuras clave.

Puerto Príncipe – El cierre de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en Haití, cuya efectividad ha sido mínima, y la proclamación de una nueva fuerza internacional para combatir las pandillas, generan más escepticismo que optimismo en este país caribeño donde, según cifras de la ONU, más de 16 000 personas han perdido la vida a causa de la violencia de las bandas desde principios de 2022.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el martes una resolución impulsada por Estados Unidos y Panamá para la puesta en marcha en Haití de la Fuerza de Erradicación de Pandillas (GSF, por sus siglas en inglés), que contará con hasta 5 500 efectivos militares o policiales.

En los últimos 35 años, los haitianos han visto desfilar al menos una decena de misiones de este tipo sin que se produzca un cambio real y duradero.

«No sorprende que la MSS no haya tenido éxito. Nos inquietaba la forma en que se decidió implementarla. Pero también el hecho de que la ONU insistiera en que no se trataba de una fuerza de la organización, sino de una fuerza multinacional», comentó a EFE Marie Rosy Auguste Ducéna, responsable de programas de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH).

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«También nos preocupaba que la misión llegara sin los recursos necesarios para cumplir su cometido, que es enfrentar a las bandas», criticó Ducéna, quien añadió que existían «muchas dudas de que esta fuerza pudiera cumplir su objetivo o, al menos, la expectativa que la población tiene de ella».

En sus inicios, la MSS pretendía ocupar las principales carreteras y proteger las grandes infraestructuras, aunque más adelante se admitió que su misión era combatir a las pandillas.

«No solo no han combatido a las bandas, sino que, además, ni siquiera se les ve. No se les ha avistado en las vías principales ni protegiendo las infraestructuras», subrayó la responsable de la organización que defiende y promueve los derechos humanos en Haití.

Ducéna recordó que algunos oficiales de la fuerza multinacional fueron desplegados en el departamento de Artibonite, con resultados «catastróficos».

«Más del 50 % de los 15 municipios de Artibonite están controlados por bandas armadas o, al menos, en 2025 han sufrido al menos un ataque. Esto evidencia el dominio que ejercen las pandillas sobre el departamento», manifestó.

Para Ducéna, la diferente configuración de la nueva fuerza, centrada en la lucha contra las bandas, jugará a su favor. Además, permitirá una mayor participación de los países, de modo que muchos Estados han expresado su intención de sumarse a este organismo.

La GSF «debería tener más probabilidades de producir resultados que la MSS, porque las condiciones bajo las cuales se ha decidido su entrada son distintas. Además, gozará de mucha más autonomía para llevar a cabo operaciones y estará mejor equipada», sostuvo Ducéna. No obstante, según ella, la mera llegada de tropas al país no solucionará el problema, ya que la seguridad depende de la gobernanza.

«Cuando hablamos de seguridad a medio y largo plazo, se trata ante todo de una cuestión de gobernanza. La seguridad está vinculada al Estado de derecho y a la lucha contra la corrupción. Si no se actúa en ese sentido, es evidente que la fuerza de represión de las bandas llegará y operará. Tendrá mayores oportunidades de éxito; podría triunfar y retirarse, o bien fracasar y marcharse. En cualquier caso, la inseguridad seguirá siendo una preocupación constante», afirmó Ducéna.

«En última instancia, son las autoridades haitianas las que deben decidir qué hacer con su país», concluyó.

Desde octubre de 1990 hasta hoy, Haití ha sido escenario del despliegue de más de una decena de fuerzas o misiones de «apoyo, mantenimiento, consolidación de la paz, seguridad o estabilización».

La última, hasta la fecha, es la MMS, dirigida por Kenia, cuya misión termina este jueves.

Estas intervenciones, a menudo criticadas, rara vez alcanzan los resultados esperados y, por el contrario, dejaron recuerdos amargos entre los haitianos.

Ejemplo de ello es la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), responsable del brote de cólera de 2010, que cobró la vida de unas 10 000 personas.

Sin olvidar que la Minustah fue frecuentemente denunciada por abuso sexual e impedir que la población civil se manifestara en las calles contra los gobiernos de la época, en un país donde las misiones se suceden pero nunca logran una pacificación duradera.

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