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Las pandillas han ganado mayor influencia desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Hoy dominan casi el 90 % de la capital, Puerto Príncipe, y han extendido sus actividades – saqueos, secuestros, agresiones sexuales y violaciones – también a zonas rurales. Haití no ha tenido presidente desde aquel homicidio.
Cientos de haitianos acudieron el sábado a un entierro comunitario por ocho personas que perdieron la vida en un ataque con drones el mes anterior, en un barrio marginal bajo el control de pandillas en la capital, Puerto Príncipe.
El 20 de septiembre, drones explosivos dirigidos contra un presunto líder de una banda mataron a nueve personas en un sector empobrecido de la capital haitiana e hirieron a otras 17, según Médicos Sin Fronteras. La organización recibió a las víctimas en sus hospitales.
Las explosiones se produjeron en Cité Soleil, zona dominada por Viv Ansanm, una potente coalición de pandillas que Estados Unidos ha señalado como organización terrorista extranjera. Familiares y activistas responsabilizaron a la policía del atentado.
Parientes y residentes de Cité Soleil lloraron a los fallecidos, incluidos cuatro niños, en un parque del barrio.
Aún conmocionados por el ataque, algunos asistentes confundieron a un ave que sobrevolaba con un dron, lo que desató el pánico y provocó que la gente corriera en todas direcciones. Muchos huyeron del lugar.
Claudia Bobrun, de 30 años, manifestó que no le queda fuerzas para mirar el ataúd de su hija de 8 años, Samira Nelson. Describió a la niña como una pequeña feliz que murió mientras jugaba con sus amigos. Los líderes comunitarios colaboraron para sufragar los costos del funeral.
Jislene Statune, de 50 años, declaró que perdió a dos nietos y a su hija mayor, de 32 años, quien era el sostén de la familia. Su hija, que vendía ropa usada para ayudar a sus parientes, fue asesinada frente a su casa.
El martes, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una autorización para una fuerza internacional mucho más amplia, de 5 550 integrantes, con mandato reforzado para ayudar a contener la escalada de violencia de las pandillas en Haití.
La resolución, copatrocinada por Estados Unidos y Panamá, transformará la actual misión multinacional encabezada por Kenia en una “Fuerza de Supresión de Pandillas”, dotándola de la capacidad de arrestar a presuntos miembros de las bandas, facultad que la fuerza actual no posee.
La violencia de las pandillas ha generado un récord de más de 1,3 millones de personas sin techo en Haití en los últimos años, y el hambre y la pobreza continúan empeorando.
Millones de haitianos siguen frustrados porque su situación no ha mejorado a pesar de la promesa de una nueva fuerza internacional.
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