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Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.
El anuncio del recién llegado iPhone Air, el primer dispositivo de Apple que se comercializa en España exclusivamente con eSIM, vuelve a colocar sobre la mesa un cambio silencioso pero de gran calado: la desaparición de la tarjeta SIM física. Esta evolución no solo altera la forma en que activamos nuestros móviles, sino también cómo gestionamos los datos cuando viajamos, contratamos servicios o cambiamos de operadora.
Hasta hace poco, llevar el teléfono al extranjero significaba localizar una tienda local, adquirir una SIM prepago y aguardar a que funcionara. Hoy, basta un par de segundos para escanear un código QR y contar con conexión en cualquier parte del mundo. Es un avance que pasa desapercibido a simple vista, pero que revoluciona la experiencia de viaje.
La eSIM, o SIM electrónica/integrada, es un diminuto chip soldado dentro del aparato que sustituye la tradicional bandeja para tarjetas. Su principal ventaja radica en que permite activar múltiples líneas sin necesidad de manipular piezas físicas. Desde los ajustes del dispositivo, puedes añadir un plan de datos internacional, cambiar de operador o eliminar una línea en cuestión de segundos.
Con el iPhone Air, Apple ha apostado por un diseño más depurado, ligero y resistente al polvo y al agua, abolendo el hueco destinado a la tarjeta física. Con ello, fomenta el uso global de esta tecnología, ya disponible en más de 200 países y con un número creciente de operadores compatibles.
Plataformas digitales de datos internacionales como Airalo, Holafly o Truphone permiten descargar eSIMs temporales para casi cualquier destino. Gracias a ellas, puedes llegar a Tokio, Nueva York o Tetuán y disponer de conexión en el aeropuerto antes incluso de recoger el equipaje. No hay esperas, ni pérdida de cobertura, ni necesidad de cambiar el número principal.
Otra ventaja es que pueden mantenerse varias eSIM activas simultáneamente. Por ejemplo, conservar la línea española para recibir llamadas y utilizar una segunda con datos internacionales. Para nómadas digitales, periodistas o viajeros habituales, esta flexibilidad supone un gran salto en comodidad y eficiencia.
La eSIM también refuerza la seguridad. Al estar vinculada directamente a la cuenta del usuario, resulta más difícil clonar o reutilizar la línea. Apple, en este sentido, aprovecha su ecosistema para asociar la eSIM al Apple ID y al servicio Buscar, facilitando el bloqueo o la localización de un dispositivo robado.
La eSIM no solo transforma la manera de viajar, sino que también presiona a los operadores a ofrecer planes más flexibles y transparentes. Ya no tiene sentido pagar tarifas exorbitantes por usar datos fuera de la UE cuando basta con contratar gigas locales con un par de toques. Lo que comenzó como una función exclusiva de los buques insignia de gama alta se está convirtiendo en un estándar. Y con el iPhone Air, Apple parece dispuesta a acelerar esa transición.
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