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Una historia de superación y muestra de liderazgo de una dominicana que también se desempeña como modelo y deportista en Chile. Hoy recorre los pasillos de Harvard, EE. UU.
“¿En serio soy yo? ¿Estoy realmente en Harvard?”, se preguntaba Crismarlin Ramírez (Cris), una migrante dominicana que a los 18 años sobrevivió a un paro respiratorio causado por una meningitis que estuvo a punto de arrebatarle la vida y sus metas.
Ahora camina por los corredores de una de las instituciones académicas más prestigiosas del planeta y es reconocida como una migrante sobresaliente en Chile.
Desde pequeña, Cris anhelaba salvar vidas; mientras cursaba Medicina en una universidad de Santiago de los Caballeros, sufrió una caída que la alejó de las aulas y la sumió en un largo proceso de rehabilitación física.
Las molestias persistentes de una hernia se combinaron con otros síntomas, como parálisis, lo que hizo pensar a los médicos que eran secuelas de la caída.
“Pasé tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos sin un diagnóstico claro”, cuenta, y al cuarto día, tras administrarle medicación, una reacción alérgica provocó un paro respiratorio. Fue entonces cuando le confirmaron “meningitis”, relata Cris, ahora de 30 años, en el podcast Deyanira en Alta Voz.
La OMS define la meningitis como la inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal; en los casos bacterianos, una de cada seis personas infectadas fallece.
Los sueños de Cris quedaron en pausa, sin saber que la vida le tenía preparado otro escenario: Chile, a más de 4 800 km de su natal Monte Cristi, en el noreste dominicano.
Al recobrar la conciencia, “no quería nada con nadie, solo lloraba, fue agotador”, recuerda, y llegó a cuestionar a Dios, pidiéndole apenas 30 minutos de descanso tras los días en UCI.
En medio del proceso, recibió una llamada esperanzadora: el joven chileno con quien había contraído matrimonio en Monte Cristi le dijo “ponte bien, que llego en 15 días y te llevo a Chile”. A pesar de los interrogantes de su familia, ella no vaciló y emprendió el viaje en marzo de 2014, paso que la convertiría en una migrante notable.
No se recuperó por completo. En la tierra de Allende persisten secuelas de la meningitis, como dificultades para articular la letra “p” y episodios epilépticos, los cuales fueron intervenidos con éxito.
Se proyectaba al futuro. Dos años después, “ingresé a la Universidad de Las Américas, que me recordaba a la Universidad Primada de América en República Dominicana (UASD)”, para estudiar enfermería. Destacó académicamente y llegó a ser presidenta de la carrera durante cuatro años.
En su primer día de clases le preguntaron cuál era su visión; ella respondió: “Me veo como la primera Ministra de Salud extranjera que tendrá Chile”, dejando a todos sorprendidos.
Durante sus estudios obtuvo “cinco fondos concursables”, recursos destinados a desarrollar programas de orientación y capacitación en salud, como educación sexual en colegios y universidades, prevención del VIH y primeros auxilios, consolidando su liderazgo.
Los reconocimientos universitarios se acumularon mientras esta polifacética migrante dominicana no se detenía. El apoyo de docentes y compañeros resultó esencial; al terminar la carrera con honores, la motivaron a seguir con un máster en Salud Pública, cuya tesis está por presentar.
“Al concluir la carrera, la vicerrectora me preguntó ‘¿te vas a quedar con nosotros ahora que terminaste? ¿Cuándo inicias el máster?’”, y yo respondí que lo consultaría. Tras hacer las gestiones, recibí la aprobación: había sido admitida en el magíster de Salud Pública.
Finalizada la cátedra, solicitó la pasantía en Harvard y fue aceptada.
“Aún no lo asimilo por completo, es decir, estoy aquí en Harvard. ¿Realmente soy yo? Nunca imaginé estar en una de las universidades más grandes del mundo”, expresó la joven, quien a los 18 años recibió un diagnóstico devastador.
En su presentación en Harvard comparó el sistema de salud chileno con el estadounidense e indicó vías de innovación, “y lo hice excelentemente”.
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