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Una acción que hoy se llama “violencia vicaria” y que atrajo la atención de la codirectora de la producción, la argentina Lucía Puenzo.
En una alfombra roja que reunió al elenco de la nueva serie de Netflix con sus protagonistas, el actor Emiliano Zurita (Leo Saltzman) y la actriz Tessa Ía (Valeria Goldberg), e incluso a la autora, Puenzo declaró a EFE que “el tema más contemporáneo” de esta adaptación —un “díptico” del libro de Trottner— es precisamente la “violencia vicaria”, ya que se trata de un asunto que “recién ahora se está legislando en México” pese a ser una problemática de mucha más larga data.
A la cineasta, de 48 años, le parece una “locura” que estemos en 2025 y la mujer siga siendo víctima de este tipo de agresión, y afirma que la vida de Valeria —la madre de Trottner y miembro de una familia judío‑mexicana— invita a reflexionar sobre “las ataduras del patriarcado, la monogamia e inclusive la institución del matrimonio”.
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“Tantas rigideces que no nos permiten quitar las máscaras y conversar de verdad, dejando que cada quien decida qué vida quiere vivir. Creo que el único límite real es no dañar a los niños; ese sí es un límite verdadero. Aunque la serie no sitúa a nadie como villano”, subrayó.
La desesperada búsqueda de Valeria por sus hijos arrebatados por su esposo, Saltzman, constituye gran parte del corazón de los seis capítulos de esta producción, que se estrenará el próximo 15 de octubre en Netflix y que, además, se rodó en tres continentes distintos, una logística bastante singular para una obra latinoamericana.
“Actualmente hay muchos ejemplos de mujeres que buscan incansablemente a sus hijos, y me parece terrible que como sociedad normalicemos eso. Es un gran paso nombrar y decir: ‘Esto es violencia vicaria’. Al llevarlo a la pantalla, espero que esas violencias desaparezcan, que los niños dejen de ser moneda de cambio”, enfatizó Ía.
Una opinión que también comparte Zurita, quien se metió en la piel del padre de Trottner para mostrar la complejidad que conlleva la paternidad cuando ésta se traduce en prácticas violentas que él considera el camino correcto.
“Comprender el punto de vista de Leo (el padre) no es justificarlo, sino que es necesario seguir alimentando el diálogo familiar sin necesidad de huir. Al final, esta historia trata de seres humanos imperfectos”, resaltó el intérprete, añadiendo que a veces la paternidad está rodeada de mucha “soledad y perdición”.
Esa misma noche se centró la atención también en la autora, quien mientras firmaba ejemplares de *Nadie nos vio partir* (2020) —precuela de *Pronunciaré sus nombres* (2024)— confesó a EFE que la serie complementa lo que ella escribió en aquel libro, donde depositó gran parte de los recuerdos de su infancia, con los que se ha “reconciliado”.
“Es la esencia de una familia rota (…) Y la serie captura muy bien esa mirada, ese no entender bien por qué papá de repente mentía; lo que la novela dice, la serie lo refuerza mucho”, sostiene.
Para Trottner, llevar la memoria de esa niña de cinco años a la pantalla es otra forma de “catarsis”, un medio que lo quebró internamente, pero al mismo tiempo resultó ser un mecanismo “poderoso” con el que vio su vida representada por otros seres humanos, talentos del cine mexicano.
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